La ciudad de México se acalora políticamente. El ambiente está condensado porque las elecciones para gobernador del Estado de México continuaron con el panorama que sigue sofocando al país. Vemos una estructura que más allá que pensar en los ciudadanos, piensa y sostiene al aparato gubernamental que hoy mismo resulta una copia exacta del priísmo en su peor momento. Las viejas prácticas en nuevos partidos.

El movimiento político rumbo a las elecciones de 2024 implican necesariamente un replanteamiento tanto para esta ciudad como para el país entero. Durante los últimos años hemos podido ver cómo el mismo movimiento morenista ha ocupado cargos públicos para hacerse propaganda política. Tenemos una ciudad que opera sin jefatura de gobierno y opera desde las más tristes migajas de lo que se construyó en las últimas décadas con el esfuerzo de los ciudadanos. Bastó un sexenio para dejar en ruinas nuestras instituciones: la cultura, la salud, incluso la transparencia y herida de gravedad también nuestra seguridad y nuestra democracia.

Esta ciudad pilar de las capitales en Latinoamérica agoniza. Los esfuerzos que se han visto reunidos por la oposición resultan insuficiente. No parecieran tener un proyecto en conjunto para corregir el rumbo que va tomando nuestra tierra, sino más bien parecieran gritos de desesperación y una coalición fallida que no tiene claro su objetivo.

Desde hace mucho, las mexicanas y los mexicanos que construimos estas ciudades y esta democracia tanto a nivel ciudad como a nivel país hemos podido comprender lo que sucede de manera explícita. Morena es una fuerza política que se sostiene por su discurso pero no por sus acciones. En cambio, las necesidades de todas y todos emergen día con día en todas las aristas en las que el gobierno constantemente es insuficiente. Esta ciudad, sin que sea un secreto colapsa en su movilidad mientras las prioridades de la jefa de gobierno tienen que ver más con abatir récords de audiencia en el zócalo capitalino donde miles de personas ni siquiera podían movilizarse después a sus casa.

Concretamente, el escenario tiene las posibilidades en las manos de los ciudadanos que leen día con día las noticias, que miran cómo este país se les fue de las manos a aquellos que prometieron y prometieron sostener las causas más urgentes y resultaron más ruines que los que perpetuaron el gobierno durante décadas.

Estamos en un momento cúspide: la gente que vive en esta ciudad lo tiene claro. Se puede dar reversa, se puede contener hacia una nueva forma, hacia una que verdaderamente no sea una promesa vacía. Los ciudadanos tienen claras cuáles son su urgencias y sus necesidades. Quién mejor que ellos para poder atender desde la raíz los problemas que les acontecen diariamente sin encontrar hoy por hoy, un eco en sus peticiones.

Por eso el optimismo está frente al 2024, donde todas y todos somos la fuerza de la democracia local y nacional para defender y definir el territorio que vivimos y el que queremos.

Hacia 2024, no cabe duda que ese movimiento será ciudadano.

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