La pandemia del Covid-19 nos ha enfatizado que la población más vulnerable es también la que no puede quedarse en casa como lo sugirió en todo momento la Secretaría de Salud para evitar contagios durante la contingencia sanitaria. En México, la necesidad por llevar los alimentos a casa es una realidad que nos impide confinarnos mucho tiempo.

La movilidad en la Ciudad de México es uno de los ejes fundamentales para que esta gran urbe siga activa. Sin embargo, la Ciudad ha crecido tanto que resulta complicado abastecer el sistema de transporte colectivo al nivel de sus necesidades.

Hace apenas unas semanas la Línea 12 del Metro de la CDMX sufrió la mayor de sus tragedias por una “falla estructural” que generó el derrumbe de la línea del metro que dejó 26 muertos el pasado mayo. Antes de la tragedia de la Línea 12, en enero de este mismo año, el Puesto Central de Control del metro sufrió un incendio que inmovilizó 6 de las principales líneas durante días.

En ambos casos la movilidad de la Ciudad no paró. Camiones, peseros, combis e incluso patrullas asistieron a los usuarios para poder trasladarse. La Secretaría de Movilidad puso su sistema de Ecobicis a precios muy económicos para nuevos usuarios, sin embargo, este sistema de bicicletas cubre solamente la zona más privilegiada de la Ciudad, lo que resulta un esfuerzo generoso, pero insuficiente ante la realidad del problema.

Las repercusiones de estos sucesos son muchísimas, pero lo que debemos entender es que todos estos acontecimientos afectaron principalmente a la población más vulnerable y a los que la periferia ha segregado sistemáticamente por no existir un plan adecuado en el crecimiento de la Ciudad.

Comencemos a pensar en la Ciudad de México como un todo y no como el centro y la periferia.

No todo está perdido. La Ciudad no puede ser destruida para edificarla otra vez. En lugar de eso, es momento de repensarla y saber que con decisiones correctas se puede mejorar no sólo la movilidad, sino la calidad de vida de millones de personas que viven aquí.

Los esfuerzos se pueden ver, pero aún no son suficientes. Esta semana se inauguró la Línea 1 del Cablebús que conecta la periferia con el norte de la Ciudad por medio de un teleférico. La Línea 2 de este mismo proyecto atravesará la alcaldía Iztapalapa.

El transporte público por fin está pensando alternativas para quienes más lo necesitan. En la alcaldía Álvaro Obregón se inauguró también el Elevador Inclinado, que intenta mejorar la movilidad de los habitantes en 18 colonias para poder subir y bajar la Barranca de Mixcoac, pero esto apenas es el comienzo de las múltiples cosas que hacer para todas estas personas que constituyen la Ciudad de México.

Sin duda, la pandemia nos abrió los ojos para comprender con mayor precisión que en una situación como la que atravesamos, la tragedia no es igual para todos. Reflexionar los problemas de la Ciudad y atenderlos nos prepara hacia un mejor futuro.

Los resultados de estas grandes infraestructuras no están únicamente en la optimización de tiempos y recursos. Es una manera de construir un mejor futuro para todas y todos los que habitamos esta Ciudad.

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