En los últimos años me he enfocado en mirar detalladamente la forma en la que esta ciudad toma fuerza cada día. La ciudad parece operar de manera inagotable y cuando digo la ciudad no me refiero solo a ese primer cuadro donde sucede la mayoría de las cosas que son noticia, sino me refiero a las Alcaldías donde habitan realmente las personas que permiten que esta ciudad tenga tal fuerza. Álvaro Obregón, Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco. Basta con nombrarlas para crear en nuestro pensamiento una idea de sus calles y su cercanía con el resto de esta gran urbe. Sin embargo, esto mismo es lo que me hace diariamente cuestionarme si estamos resolviendo las problemáticas que urgen de una ciudad como ésta. La vivienda digna y la movilidad como un eje prioritario en la calidad de vida.

Imaginemos por un momento las consecuencias de tener viviendas poco dignas y un trasporte público precario después de laborar 8, 10 y hasta 12 horas o más por un sueldo a veces insuficiente. Un servicio de salud pública que no prioriza las enfermedades de salud mental causadas justamente por la exposición a estos factores agresivos para una vida que quisiéramos llamar por lo menos digna. Pues justamente esto es lo que se está convirtiendo en una bomba de tiempo incontenible.

Las preocupaciones de nuestro gobierno están rebasadas por sus propios intereses. No dan tregua a la necesidad. Abren y abren hoyos imposibles de tapar, pero se abanderan y jactan de decir que ya están resolviendo los problemas de esta ciudad cuando la realidad es otra. Por más adecuaciones al metro no van a reducir a la gente en la hora pico del metro Pantitlán. Pero no lo reflexionan, solo gritan acciones que parecen útiles pero que en el fondo son apenas parte de sus responsabilidades.

¿En qué momento nos han entregado un proyecto que mejore la calidad de vida en movilidad y vivienda en esta ciudad?

Cuántos capitalinos desgastan su vida diariamente solo en los trayectos que carecen de movilidad digna. Un pesero, el Metro, la combi. El tráfico a vuelta de rueda. La falta de infraestructura para trolebuses y metrobuses no solo en las principales aristas del centro de la ciudad sino atendiendo verdaderamente la urgencia del traslado de los que se anidan en el cuello de botella que son las estaciones del metro y que concentran a los habitantes de tantas y tantas colonias que hoy mismo ni la jefa de gobierno sabría mencionar.

¿Dónde están las soluciones? ¿Cuáles son?

Quizás de primera instancia valdría la pena ampliar el panorama para distinguir a todas y cada una de las zonas de la ciudad que necesitan con urgencia mejorar su situación vital. La movilidad, el agua, la vivienda. Los servicios médicos, la seguridad y hasta la educación.

La dignidad en esta ciudad parece que depende de un problema de territorio. Los olvidados siempre son los que más lo necesitan, pero por qué hasta ahora nadie se digna a mirar de frente los problemas antes de que sigan creciendo cual bola de nieve. Cuántas líneas del Metro y cuántos muertos debe haber antes de que la dignidad sea una prioridad.

Por supuesto, la necesidad de un gobierno ciudadano es lo que nos permitiría justamente mirar cuáles son todas aquellas urgencias que necesitan en cada comunidad. No podemos atender la urgencia basándonos en el número de electores y acciones populistas. Necesitamos soluciones antes de que la ciudad, al igual que el Metro, se termine por caer.

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