Popocatépetl quiere decir en náhuatl “Montaña que humea”. Un volcán que habita tan cerca de la Ciudad de México es innegablemente un síntoma de alerta. La montaña humea y los aparados gubernamentales deben poner particular atención en todas las posibilidades para evitar que la gente corra peligro. Aunque la población más cercana al popocatepetl pertenece al Estado de Puebla, las emisiones de humo y ceniza volcánica comienzan a caer sobre la población sin poder evitarlo en lo absoluto.

La prevención siempre es en realidad un paliativo ante los problemas climáticos, sobre todo porque es la desigualdad social, la gentrificación y el desplazamiento lo que hace que la población más vulnerable se asiente en zonas particularmente peligrosas. Gente que hoy, no tiene a dónde ir.

Por otro lado, el impacto de la naturaleza del volcán no es exclusiva de sus alrededores más cercanos. La realidad es que la ciudad de México está más cerca de ser impactada por las emisiones del volcán de lo que hoy pensamos.

Aunque el semáforo de alerta volcánica se mantiene en amarillo, es un momento oportuno para reflexionar todos los escenarios posibles y de esta manera saber de qué forma se puede actuar ante estos impactos de la naturaleza. Es decir, nos costó varias décadas estar prevenidos frente a los sismos que sacuden con cierta frecuencia la ciudad pero ¿podríamos decir lo mismo sobre las contingencias ambientales?

Sin actividad volcánica hemos llegado a unas cifras de contaminación en el aire que respiramos los capitalinos verdaderamente lamentable. Las medidas más “inmediatas” son la reducción de autos mediante control vehicular pero esta medida, es de tal urgencia que se suspende apenas bajan los números de emergencia.

La ciudad no solo no está preparada para una contingencia real de este tipo sino que además se encuentra maniatada. La reducción de autos no está de la mano con la realidad que debería tener el servicio de transporte público. Es claro que si la gente usa tantos vehículos en esta ciudad es principalmente por la imposibilidad de usar cualquier medio de transporte que la ciudad ofrece. Vemos hordas de personas que salen de sus casas todos los días resignados a las condiciones tan terribles que ofrece la ciudad comenzando por el estado de invalidez en el que se encuentra el Metro de la CDMX en este momento después del colapso de una línea mal construida que dejó varios muertos.

Precisamente en lo que quisiera fijar la atención de estas reflexiones es en mi preocupación como habitante de esta ciudad de entender si este gobierno tiene verdaderamente una visión perimetral que dimensione la magnitud de los problemas que hoy nos respiran de cerca. Qué pasará cuando la calidad del aire sea imposible de respirar, qué hospitales podrían estar preparados. ¿Nuevamente se enfrentarán a una problemática como se enfrentaron a la pandemia los gobiernos locales? Lo otros datos dirán que la mala calidad del aire es un problema de la oposición o verdaderamente se pensarán soluciones que sobre todo estén conscientes de proteger, de principio a las comunidades más vulnerables y de facto a la población entera.

Esperemos no ver a una jefa de gobierno más preocupada por los estados vecinos en su afán de hacer campaña que en encontrar soluciones a quien le otorgó la jefatura de gobierno. Pues los capitalinos estamos aún en esta vitrina en la que podemos observar como una pintura de Dr. Atl el poder de una montaña que humea sin sufrir aún sus consecuencias.

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