La vida política de las personas a cargo de una administración no puede estar por encima del bienestar de los ciudadanos. Ya vimos los colapsos de una ciudad que no tiene la infraestructura en buen estado siquiera para brindar un servicio digno y de calidad para el transporte público como el Metro. Tres de los cuatro accidentes que han ocurrido en la historia del Sistema Colectivo Metro y que han dejado decesos han ocurrido bajo la administración de Claudia Sheinbaum.
Mientras la actual jefa de Gobierno hace giras de precampaña alejadas de las funciones que le corresponden aún en la jefatura de Gobierno, la Ciudad se incendia y se cae a pedazos. Una Ciudad inconexa y parchada. Las Líneas 1, 3 y 12, por una razón u otra, son inoperables.
Cuestan vidas estos accidentes y las vidas que cobran los accidentes no pueden simplificarse en un número. No es un voto menos. Son personas con vidas inconclusas arrebatadas por la incapacidad de pensar en las necesidades de los ciudadanos.
¿Qué pasará cuando Claudia Sheinbaum ni siquiera aparezca en la boleta? ¿Pensará en los muertos que han caído en su administración? Esta Ciudad necesita una visión mucho más competente y abierta ante las necesidades; no sólo embellecer el primer cuadro de la Ciudad, sino pensar en la conectividad de quienes más necesitan transitar.
No es casualidad que hacia el oriente de la Ciudad, donde desembocan cuatro estaciones de Metro en Pantitlán, la gente sufra por falta de alternativas reales que satisfagan la alta demanda de transporte.
Una idea a bote pronto, eficaz y viable, son las rutas seguras e iluminadas para ciclistas. Ni siquiera las cuatro secciones de Chapultepec pueden recorrerse en bicicleta o caminando, mucho menos la Ciudad.
Estas obviedades no han sido atendidas. Los políticos actuales no necesitan moverse en estros trayectos y en estas condiciones insuficientes. Quizás por eso no son capaces de mirar la urgencia. Pero la necesidad existe y nadie tendría por qué pasar tanto tiempo para trasladarse de un punto a otro de la Ciudad.
La conectividad de la Ciudad de México es por lo menos una de las principales necesidades que tendría que resolver el Gobierno en vez de parchar y parchar los errores de su administración. Los fieles seguidores de la jefa de Gobierno acusan de circo la crítica ante los últimos acontecimientos del Metro, una oposición sin postura crítica o sin argumentos. La negación ante el derrumbe de la Ciudad es asombroso, pues claramente no sólo son incapaces de mirarlo (o cínicamente ignorarlo), sino que no existe la apertura al diálogo ni la crítica, ni el más mínimo reconocimiento a las víctimas que día a día pagan con su calidad de vida la segregación a la que son orilladas día con día por los que administran esta Ciudad, quienes no pueden mirar más allá de una elección.
La reflexión es puntual. Esta Ciudad ha sido un pequeño espejo del resto del país.
Permitir otra administración como esta es condenarnos a un colapso mayor.