En el Paseo de la Reforma No.116 se mira un edificio enorme entre dorado y amarillo, ostentoso y distópico. Tiene un letrero gigantesco que dice “Torre del Bienestar” al más puro estilo de George Orwell en 1984.
La austeridad republicana es un simulacro.
Las verdaderas causas siguen sin atenderse a tres años de este gobierno. La corrupción, la violencia, los feminicidios entre tantas cosas más. Instituciones que ayudaron a legitimar al actual gobierno, hoy agonizan porque este mismo gobierno las mira como una amenaza. Las obras que tenían una base como el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (Texcoco) hoy resultan las ruinas que decoran las orillas de lo que colinda con la CDMX para abrir otro proyecto, con las mismas funciones, pero en nombre de la austeridad y de la mano de los militares.
Esta causa como bandera de la palabra austeridad la hemos escuchado desde que inició este gobierno con una clara aplicación que ha sido el recorte a todas y cada una de las instituciones que hacen funcionar este país con excepción de la militarización, que hoy es quien tiene la batuta en todos y cada uno de los proyectos prioritarios de la presidencia.
En la CDMX se encuentran principalmente dos de ellos: El proyecto Cultural Chapultepec (que lleva gastados miles de millones de pesos) y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles .
Dos proyectos que tienen muy distorsionada la idea de austeridad y la de democratización. Las principales razones por las que uno pensaría que los proyectos de esta administración deban tener como prioridad la optimización de recursos tendría como principal respuesta poder dar accesibilidad a estos servicios a la gente que menos recursos tiene. La realidad es otra. Porque para nada han sido austeros. Las inversiones de estos proyectos tienen precios estratosféricos. Estos falsos discursos de austeridad se sostienen con las infraestructuras de bajo costo, así como cuando vimos a López Obrador usar el Jetta Blanco que no volvió a usar nunca más. Como cuando dijo que no viviría en los Pinos y se fue al Palacio. Así como cuando vimos el Palacio Nacional sin murallas para verlo nuevamente abarrotado este 8M.
La simulación de la 4T en estos proyectos sigue vigente y sobre todo, sigue sin estar al pendiente de las personas y las causas que de verdad lo necesitan. La inaccesibilidad del nuevo aeropuerto es otro ejemplo esta tragedia. No hay un permiso actualmente para que los taxis de aplicación, que hasta el día de hoy se usan como una garantía de seguridad para los usuarios, puedan acceder y dar servicio como lo hacen en el actual aeropuerto. Esta ética institucional nos asfixia con cada capricho.
Por último, a una semana de la inauguración del AIFA, el Gobierno de la CDMX realizó un acarreo de personas para hacer un paseo en bicicleta como el que se realiza en el Paseo de la Reforma, pero sobre las pistas de aterrizaje. La falta de consciencia está en los que organizan estas propuestas sin pensar cuántas personas de las que acarrean, la clase trabajadora, tiene los recursos para usar el AIFA para esperar un vuelo y no para andar en bicicleta.
Porque para pensar en un aeropuerto internacional deberíamos también considerar que cualquier mexicano pueda volar.