Cristina Rivera Garza
decide escribir El invencible verano de Liliana, que habla sobre el feminicidio de su hermana 20 años después de que ocurrió.
Lo hace hasta este momento por muchas razones seguramente en busca de respuestas, lo hace porque a 20 años del crimen el asesino sigue libre e impune, pero una razón fundamental es que hoy se nombran las cosas como son. No son delitos pasionales ni asesinatos en nombre del amor. Hoy existe un delito tipificado así, como feminicidio, por la incidencia tan tristemente recurrente de homicidios a mujeres, principalmente en manos de hombres.
La violencia sistemática en México tiene cifras indecibles, para ponerlo en términos prácticos, matan a 10 mujeres al día.
La Ciudad de México, que se ha pronunciado a favor de todas las causas y minorías, hoy vive un momento difícil. El presidente López Obrador salió hace dos días a decir que las manifestaciones actuales no son feminismo, que son posturas para agredir a su gobierno. Es claro que no lo entiende, es hombre, no ha comprendido hasta ahora que justamente por eso existe el #8M, porque necesitamos seguir dejándolo claro.
Esto no es una agresión en respuesta a la opresión que hemos vivido durante siglos. No es violencia enfrentando la violencia. Hoy la voz en alto es un grito desesperado de auxilio que pide el reconocimiento de las autoridades y de la sociedad, que pide mirar que nos están matando y agrediendo, y que los agresores y asesinos están sueltos viviendo en la impunidad. Hoy, las pintas son las paredes, son golpes de desesperación de quienes hemos perdido a una madre, a una hija, a una hermana.
No son provocaciones, sólo quien haya sentido la impotencia de vivir la violencia de género puede entender cómo una madre con una hija desaparecida quiere prenderle fuego a todo porque nadie la escucha. Porque así como Cristina Rivera Garza escribe en su libro la impotencia con la que alguien espera justicia en este país, casos como ese llegan día a día a las distintas instancias para atención a víctimas. Casos que como siempre quedarán rezagados durante décadas en completa impunidad.
El 8M no es la búsqueda de condenar a prisión a todos los agresores porque no se darían abasto las cárceles. El sistema patriarcal es una cosa que nos afecta a mujeres y a hombres. El 8M debe ser una reflexión y una conciencia colectiva. Debe día a día quedarnos claro que la violencia debe ser nombrada y señalada, jamás normalizada. Después de este día la sociedad debe dar su propio giro para no permitir que nunca más se toque a una mujer, ni la secuestren, ni la violen, ni la acosen. El 8M es un día para todas, pero también para todos porque este cambio no es de nosotras para nosotras, sino de todos en conjunto. Es buscar un mundo equitativo donde hoy en día no lo hay.
El 8M y todos los días #NosQueremosVivas.