Hace unos días conocimos a los elegidos del gran cuadro de honor anual del cine: el de los Oscar. Unos premios con los que la industria americana se mira el ombligo, pero en los que cada vez se cuelan más filmes internacionales en un, en este caso, benévolo efecto de globalización.

Es así como entre las 10 finalistas podemos ver una mezcla de grandes producciones (Top Gun: Maverick, Avatar:the way of water, Elvis, The Fabelmans), pero a su lado están compitiendo creaciones que encumbraron los festivales de cine europeos como Cannes (Triangle of sadness) o Venecia (Tár, The Banshees of Inisherin) y por supuesto, las que se fueron inflando en el sprint de la carrera como la original Everything, everywhere all at once, Women talking o la bélica All quiet on the western front, con la que Netflix no creyó que tendría otro caballo ganador.

Y aunque esta selección es una buena radiografía de lo más destacado del último ciclo lo cierto es que hay faltas graves. La más dolorosa es no ver a Pinocho entre las mejores cintas de 2022. Sí, está nominada a Mejor animación y es casi un hecho que volveremos a tener la imagen de Guillermo Del Toro recibiendo otra codiciada estatuilla, pero lo suyo es que estuviera peleando por el plato principal al lado de los títulos que buscan la máxima gloria. Porque como bien dice el cineasta tapatío: “la animación no es un maldito género, ¡la animación es cine!”

Otro botón rojo es tener el largometraje de Sarah Polley (Women talking) nominada a Mejor película y Mejor guión adaptado, pero no en dirección. Oportunidad perdida para hacerle un merecido hueco a una mujer entre el quinteto de realizadores.

¡Y qué decir del error de India al no mandar RRR para representar a su país sin imaginar el furor que causaría en Hollywood! El mismo James Cameron ha elogiado en público la vibrante propuesta de S. S. Rajamouli que brilló en los Critics’ Choice. ¿Más decepciones? La ausencia de Decision to leave, la obra que le dio al surcoreano Park Chan-wook la Palma de Oro a Mejor dirección y que pasó de ser la gran favorita en la categoría de Mejor película internacional a desaparecer de los reflectores de la ceremonia.

Pero lo más interesante de este año está siendo la subversiva nominación para Andrea Riseborough como Mejor actriz por su papel en To Leslie. Una producción indie que no entró a la gran maquinaria de la campaña de los Oscar y de la que nadie hablaba pero que muchas estrellas comenzaron a recomendar con gran insistencia hasta lograr posicionar el desempeño de su colega inglesa por encima de grandes favoritas como Viola Davis (The woman king) y Danielle Deadwyler (Till).

El día de las nominaciones todos celebraban el truco que le dio la vuelta al sistema, pero ahora comienzan a levantarse las cejas y es probable que la Academia investigue si esta nominación no estuvo en contra de las normas de su club. Y es que estos premios cobran un peaje y a nadie le gusta que le desordenen el tablero del juego.

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