Hace años que la Academia de Hollywood busca un formato que reenganche a las audiencias. Ya van varias galas en las que vemos esos experimentos fallidos. Diferentes anfitriones que por más que han intentado salvar las papeletas parecen ser sacrificados en un evento al que es imposible decirle que no. Ceremonias sin presentadores que tampoco logran el ritmo deseado y ahora, además, sin glamour.

Es verdad que estos Oscar 2021 lo tenían difícil en cuestión de logística y sensibilidades, pues la pandemia es una caja de pandora difícil de controlar y que había que hacer una ceremonia sostenida con hilos para guardar un equilibrio entre el tacto con los tiempos que corren y la fantasía y luces que se suele esperar en estos eventos.

No era tarea fácil, pero también es cierto que tras más de un año de eventos con distancia social y mascarillas Hollywood ya debería haber desarrollado maestría en el tema y demostrar que un buen show no depende de un formato que se repite hasta el cansancio sino de la creatividad.

La gala que vimos el domingo es imperdonable por muchos motivos. El más obvio: porque se trata del show que año con año ofrece la industria del entretenimiento más potente del mundo.

Para organizar una ceremonia de los Oscar la Academia cuenta con todo: los mejores actores, guionistas, productores y directores del planeta. Ni hablar de la tecnología, los escenarios y recursos.

Steven Soderbergh, el mismo director que nos emocionó con heroínas como Erin Brockovich produjo un espectáculo que nos dejó fríos y decepcionados.

Si Hollywood no es capaz de hacernos soñar un poco, ¿entonces quién? La falta de ingenio y el extremo de corrección política dio como resultado un show inconexo y brutalmente aburrido.

Se pueden hacer eventos con garra que sean respetuosos, se puede celebrar el cine sin olvidar el difícil momento por el que atraviesa el mundo, pues paradójicamente el año 2020 nos dejó grandes películas, como la ganadora Nomadland con una Frances McDormand inmensa. Una película que habla de la soledad de los que dejan de ser productivos en una sociedad hipercapitalista como la americana y que encuentran en el movimiento continuo una nueva tribu. O la valiente Hermosa venganza que evidencia la cultura del abuso y del machismo, para terminar con Otra ronda y ahondar en el tema del alcoholismo con una mirada fresca.

Con el fiasco de ceremonia al menos nos quedó la certeza de que la Academia realmente no sabe cuál será el resultado de los premios, pues los rumores dicen que la decisión de cambiar el orden de la entrega para dejar el Oscar para Actor hasta el final se hizo con la idea de hacerle un homenaje póstumo a Chadwick Boseman con su viuda subiendo al escenario a agradecer el premio en su nombre.

La falta de previsión obvia de que en unos premios no puedes controlar el resultado nos dejó con un Anthony Hopkins ausente, durmiendo en su casa de Gales. Un premio anticlimático pero justo. Y es que lo mejor de estos Oscar no sucedió en la gala.

Google News

TEMAS RELACIONADOS