La idea de lo que representaba ser una princesa ha cambiado mucho a lo largo de los últimos años. También la de los villanos.

Desde una Maléfica interpretada con mucho glamour y encanto por Angelina Jolie con quien podemos solidarizarnos con su dolor y entender el por qué decidió alejarse de todo, hasta la Cruella más cool que Disney desarrolló en su último mega hit y que interpretó con éxito Emma Stone.

Identificarse con las cosas que nos perturban, nos rompen y nos convierten en verdugos es algo más humano que el blanco y negro con el que antes se planteaban las historias para niños.

Pero esta evolución también ya está presente desde hace tiempo en las nuevas princesas, desde una Tiana que en la última versión de El sapo y la princesa no aspiraba a casarse con el más guapo y rico del barrio para que le solucionara la vida sino que con lo que soñaba era con ser autosuficiente y poner su propio restaurante.

Qué decir del tan analizado hit de Frozen con su Elsa, la princesa que al abrazar sus diferencias se vuelve extremadamente poderosa y libre.

O de la épica Mulan, la princesa guerrera que logró romper todos los prejuicios hacia las mujeres, demostrando que de débiles y frágiles no tienen nada y que sólo una chica es capaz de cambiar el destino de todo un pueblo.

Bueno, pues ahora, uno de los cuentos más clásicos de Disney también ha buscado cambiar por completo la forma de ver el rol de las princesas con su nueva Cenicienta interpretada por Camila Cabello.

En esta película la pobre chica sometida y desgraciada ya no busca a su príncipe salvador, no, la joven mujer que porta zapatillas de cristal, con lo que sueña es con crear su propio imperio de moda.

La película que debutará en septiembre en Amazon Prime Video ofrece un giro moderno de la historia familiar de una huérfana forzada a vivir con su madrastra malvada y sus truculentas hermanastras.

En esta cinta, la ambiciosa protagonista que se llama Ella, no es una chica vulnerable, ella quiere ser una buena costurera y algún día lanzar su línea de vestidos y que su príncipe valore su trabajo.

Sus circunstancias no son ideales pero su belleza no reside en su físico sino en que tiene un espíritu a prueba de todo.

Estos cambios de discurso en las historias que le contamos a nuestros niños y jóvenes importan, y mucho, pues como bien dice la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, reconocida como una de las voces feministas más importantes de la actualidad “la cultura no hace a la gente: la gente hace la cultura”.

Y lo que vemos, escuchamos, leemos y decimos genera cambios. Y me alegra cuando mis hijas se sientan a ver una película de Disney o de la firma que sea y se encuentran con mujeres fuertes, realizadas, libres para soñar y conseguir cualquier cosa que se propongan y están acompañadas por hombres valientes y generosos con los que hacen equipo.

Porque hacia ese equilibrio debemos apuntar. Aunque aún sea una utopía en muchos lugares de la Tierra.

Al menos, ya estamos contando esas historias.

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