Llevamos décadas viendo en las pantallas del cine imágenes dolorosas y brutales de la violencia que existe en nuestro país.

Historias que han reflejado la gran descomposición social que se vive en México y que han causado conmoción.

Sin embargo, con tristeza, esta semana comprobamos que lo que hemos visto en la gran pantalla y tanto nos perturba no ha logrado imaginar hasta dónde puede llegar el horror de la realidad.

El asesinato de la pequeña Fátima ni el guionista más oscuro hubiera podido escribirlo, no se hubiera atrevido a pesar de ser ficción.

Y sin embargo, es una historia que ha ocurrido. ¿Qué tiene que pasar en una sociedad para permitir esto?

Sobrecoge el corazón y sacude reflexionar respecto al tema.

Ahora la pregunta es, ¿hasta cuándo? ¿Será otra muerte de la que hablemos durante días en las redes sociales hasta que ocurra otra y otra y otra más?

Si estuviéramos en una película hollywoodense es aquí cuando estaríamos esperando que surgiera el héroe, el respiro en la historia, el giro que nos llevara a un final feliz porque no soportaríamos seguir viendo esta trama si no hay algo de lo que podamos agarrarnos.

Aquí es donde viene el trabajo de nosotros como personas y como sociedad de pensar, ¿qué vamos a hacer para darle sentido a estos hechos? ¿Qué acciones, valores, comunidades, asociaciones pueden ser nuestros héroes? ¿Hacia dónde vamos a dirigir todo este dolor?

Necesitamos construir nuevos caminos, posibilidades y herramientas.

A mí me gustaría escribir un guión para México en donde no haya cabida para la indiferencia ni el egoísmo y a raíz de tocar fondo con este asesinato se viera cómo va surgiendo una fuerza poderosísima que se va haciendo más fuerte que el villano.

Una manifestación tan potente de rechazo a lo que ocurre ante la cual los políticos de todos los partidos no puedan hacer más que escuchar.

Comunicadores, escritores, celebridades, artistas, empresarios, financieros unidos para desatar una gran campaña contra la violencia que mueva a las personas en masa a sumarse a los pequeños esfuerzos que juntos sean infinitos, en donde todos podamos parar un segundo y saber que esto es urgente, importante y que si no hacemos algo hoy, seguirá pasando.

Un proyecto realizado por el experto italiano en infancia, Francesco Tonucci, explicó cómo las sociedades más seguras son aquellas en las que los niños pueden ir caminando solos a sus casas desde el colegio y estar en las calles porque eso indica que hay una comunidad que los cuida, en la que los adultos son confiables y donde si algún chico de la tribu está en problemas alguien sin duda acudirá a ayudarlo.

Mi película tendría ese final, el de un México en el que las personas después de tanto dolor han decidido decir basta y crear entornos seguros, en donde una pequeña Fátima al salir de la escuela llega a su casa porque la mujer que le tiende la mano es su protectora.

El filme que ya no soporto es el que al terminar nos deja con el nudo en la garganta y el estómago revuelto.

La película que tristemente no hemos podido dejar de escribir y ver en nuestras pantallas.

¡Basta ya!

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