Yo también tenía una hermana, una única hermana.
Ella me amaba y yo la adoraba.
A ella le derramé todas mis penas insignificantes".
¿Es egoísta forzar a una persona a que siga con vida aún cuando ya ha perdido toda esperanza de existir sólo por no tener que soportar el dolor de su ausencia? ¿Ó es egoísta considerar suicidarse sin detenerse a pensar en el dolor que las personas cercanas puedan llegar a sufrir al tomar esa decisión?
Unidas bajo una íntima relación, las hermanas Yol, una melodramática novelista (Alison Pill, Scot Pilgrim) y Elfrieda, una aclamada pianista (Sarah Gadon, Alias Grace). Mientras que Yol se pregunta sí ya llegó al punto más alto de su carrera como escritora, Elf, se ve envuelta de aplausos y elogios; sin embargo, algo se presiente sombrío, triste. No sólo su mirada lo advierte, sino también su entorno.
Entre flashbacks que van y vienen se conoce la caótica infancia por la que ambas hermanas atravesaron, pero misma que hizo que llegaran a donde se encuentran actualmente –siempre en compañía de sus padres–, quienes a pesar de haber pertenecido a una secta religiosa se negaron a mantenerse presos de creencias y costumbres radicales, poniendo como prioridad los deseos y anhelos de Elf por acudir a la universidad y profesionalizar sus proezas musicales.
"El sufrimiento es algo que se transmite de una generación a la siguiente".
Tras el intento de suicidio de Elf, termina en un psiquiátrico en donde pasa los días en compañía de Yoli, quien abatida por la noticia, se enfocará en cuidar de su hermana a la par de intentar provocarle un cambio de opinión con respecto a su obstinado deseo de morir, siendo éste un pretexto de evasión de la firma de papeles de su divorcio. "¿Soy infeliz?”, “¿Soy una mala madre?" Son cuestionamientos que le ayudarán como manera de introspección en que lleva su vida.
Al cabo de unos días, Elf se presume con "mejores ánimos" para retomar su vida a lado de su esposo y su familia, razón suficiente para darle el alta del hospital. Yol recrimina la desición pues sólo ella sabe las verdaderas motivaciones de su hermana, ya que Yoli, aún internada en el hospital le pide e insiste en llevarla a Suiza para realizarse la eutanasia.
"Sí no has sentido la agonía de primera mano, no se puede emitir un juicio".
Sin caer en el lirismo denso, Todas mis Penas Insignificantes, dirigida por Michael McGowan, adaptación del best-seller de la autora canadiense Miriam Toews, se enfrasca en una atmósfera poética tanto bella como trágica; destacando la actuación de Alison Pill, quien externa en cada poro de su piel la ambivalencia entre el desaliento y hastío de no saber cómo salvar la vida de su hermana.
Siendo la muerte el argumento central, éste constantemente se balancea hacia cuestiones morales que pone al espectador en una postura incómoda pues la cinta se presta para externar los posibles prejuicios que habitan dentro de nosotros mismos, pero, ¿realmente existe un egoísta dentro de esta historia?
De querer indagar más sobre el tema se sugiere el documental brasileño “Elena” (Disponible en Netflix) dirigida por Petra Costa; poética y sensible, Petra hace un recorrido por la infancia y la vida adulta siempre en compañía de su hermana, hasta que Elena decide terminar con su vida, ¿Cómo Petra y su familia reconstruyen su vida después de esta funesta perdida?
Vale la pena preguntarse qué tan estigmatizado se tiene el tema del suicido y la eutanasia, cómo resignificar la vida ante una perdida y cómo se miran los trastornos mentales que llevan a una persona a mirar la muerte ya sea cómo una salida o una opción.