La reciente cinta dirigida por la renombrada cineasta Sofia Coppola -entre su filmografía destacan María Antonieta y Perdidos en Tokio-, retrata las memorias publicadas por Priscilla Presley sobre su matrimonio con el rey del rock and roll, en su libro Elvis y Yo en 1986.
Sofía nos comparte algunos de los momentos más emblemáticos de esta célebre relación sentimental desde el punto de vista de Priscilla; desde el momento en que es invitada por uno de los amigos del cantante a una fiesta privada hasta la ruptura, cuando ella pide el divorcio por ya no soportar más la ausencia de su esposo.
A partir de la invitación a dicha reunión, los padres de la joven -tenía sólo 14 años cuando se conocieron-, se mostraban disgustados y un tanto inseguros, puesto que Elvis siendo ya no sólo una figura mundialmente reconocida, sino un adulto de 24 años. ¿Qué era lo que él buscaba en una niña? “Ella es muy madura para su edad” fue una de las frases expresadas que bastaron para ganarse de poco en poco la confianza de los padres y que le permitieran seguir saliendo con él bajo la condición de que Pris no descuidara sus estudios. Y así fue, entre salidas y pastillas que el mismo Elvis le daba para tener más energía durante sus clases llegó el momento en que como manera de formalizar más su relación, Elvis convence a los padres de Pris de llevarla a vivir a Graceland, -insistiendo en que su abuela y padre cuidarían bien de ella y la meterían en la mejor escuela católica-, sus padres sin mucha opción ya que su hija les da el ultimátum de que sino cedían, ella misma se escaparía, aceptan.
A lo largo de los años en que la joven residió en Graceland, en ningún momento se le ve entablando conversación con alguien más allá de quienes vivían en la mansión; en la escuela era bien conocida por ser la enamorada del famoso cantante, por lo que encontrarse con alguien que la viera sin intenciones de acercarse a ella por lo que tenía y no de manera genuina: por quién era, resultaba difícil -o por el contrario, en ocasiones que ella veía oportuno para salir de algún apuro se aprovechaba de ello pues su desempeño escolar desde que conoció a Elvis fue en decadencia-.
Conviene enfatizar que desde el inicio de la relación ya se mostraban indicios de manipulación y acciones controladoras hacia Pris; le decía cómo maquillarse e inclusive cómo vestir.
De ahí en adelante, de nueva cuenta, la interminable espera a que su amado regresara a casa: ya fuesen de conciertos, giras o filmaciones -de las que Elvis renegaba, pues de anhelar convertirse en un James Dean o un Marlon Brando, sólo terminaba interpretándose así mismo en papeles musicales. Su carrera como actor de renombre nunca dio los frutos que esperaba-. Pris pagaba las consecuencias de sus frustraciones ya que se daban los primeros indicios de provocaciones físicas y psicológicas de las que ella en ningún momento protestó -a excepción de una ocasión en que comenzaron a jugar con rudeza, él ofendiéndose, le respondió con un fuerte golpe que la espantó-.
Una escena a destacar es aquella en la que van a una feria y se les ve a ambos muy contentos; divirtiéndose y disfrutando el momento, pero no se encontraban solos. Nunca lo estaban en realidad. Los amigos de Elvis estaban siempre acompañándolos. A pesar de que a Pris no parecía consternarle que su vida girara en torno a su esposo, sus amigos y su familia, la realidad es que ella no tenía un círculo íntimo fuera de ellos.
La enamorada ya impaciente y cada vez más atormentada por los supuestos romances de Elvis de los que se enteraba por medio de periódicos y revistas le generaban cada vez más dudas e inseguridades y aunque las señales eran cada vez más evidentes, él siempre le negó de tener amoríos.
Evocando al final de Spencer (2021), debido a la ausencia, dudas, incertidumbres, indiferencias y viviendo una vida a escondidas y siempre en soledad, provocaron que Pris tomara la decisión de comenzar una nueva vida; emprendiendo un nuevo viaje hacia su libertad.
Pris comparte estos instantes no para convertirse en una mártir ni para que el espectador tenga lastima por ella, ni mucho menos para romantizar su relación; pues si bien expone su relación desde diversas aristas no lo hace con el afán de dejar mal parado a su ex esposo, sino por el contrario, recalcando que pese a todo mal pronóstico, el amor que ella sintió hacia él siempre fue sincero y sobre todo, desmedido.
Por otra parte, se puede analizar el porqué Elvis decidió compartir su vida con Priscila. Realmente fue amor o fue más bien la conoció poco tiempo después de que su madre hubiese muerto, y como ella fue un pilar trascendental en su vida, vio urgente buscar una mujer para suplir su lugar. Una figura que sin ser precisamente maternal, sí estuviera para él cada que lo necesitara. Tener a una mujer que lo esperara en casa.
Haciendo una retrospectiva de lo que Sofia nos comparte, es preciso hacer hincapié en el logrado contraste entre esa paleta de colores pasteles que caracterizan cada una de sus películas con la abrumadora soledad y aislamiento que atraviesan cada uno de sus protagonistas, en este caso, Priscilla.
Cailee Spaeny (The Craft: Legacy) y Jacob Elordi (Euphoria) siendo dos actores jóvenes se entregan por completo a sus personajes y encarnan sin igual a estos dos iconos motivando una advertencia de que nada es lo que parece y menos en lo que respecta al mundo de la fama, pues todo puede ser más turbulento y complicado de lo que uno puede llegar a imaginar.
Queda en el espectador ver la cinta como mera ficción -aunque, en sí misma tiene tintes documentales-, y sólo dejarse llevar por esta agridulce historia de amor, o por el contrario, preguntarse qué tan arraigadas se tienen ciertas conductas en cuanto a las relaciones amorosas que es preciso deconstruir.
Priscilla se encuentra disponible en cartelera de diversos cines del país y próximamente estará en la plataforma de streaming MUBI. No se la pierdan.