Las niñas, niños y adolescentes están viviendo una grave crisis de inseguridad en el país, todos los días conocemos casos de violencia inconcebible, contexto aterrador que enmarcó la octava conmemoración del Día de la Niña, que tiene como objetivo visibilizar los derechos de las niñas y los múltiples problemas que enfrentan cotidianamente en cada uno de sus espacios de acción.
De acuerdo con el estudio Violencia en la vida de los niños y adolescentes, realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en 38 países de ingresos bajos y medianos, cerca de 17 millones de mujeres adultas afirman haber tenido relaciones sexuales por la fuerza en la niñez.
En tanto que en 28 países de Europa alrededor de 2.5 millones de mujeres jóvenes afirmaron haber sido víctimas de formas de violencia sexual, con o sin contacto, antes de los 15 años.
Estas cifras, que no reflejan la totalidad de los casos acontecidos en todo el mundo, permiten dimensionar el alcance de uno de los fenómenos delictivos más graves, aberrantes e irreparables que existen: los delitos sexuales cometidos en contra de niñas, niños y adolescentes.
El problema en nuestro país también es de grandes dimensiones, ocupa el primer lugar en el ámbito mundial en abuso sexual infantil con 5.4 millones de casos al año. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el delito de violación alcanza a mil 764 niñas, niños y adolescentes por cada 100 mil menores y adolescentes entre 12 y 17 años, mientras los tocamientos ofensivos y manoseos llegan a 5 mil 89 casos por cada 100 mil menores y adolescentes.
Se calcula que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, sufren abuso sexual antes de cumplir la mayoría de edad. Asimismo, se estima que de cada mil casos de abuso, solo se denuncian 100, pero de este universo, solo 10 llegan a juicio y uno a sentencia.
Hablar de delitos de índole sexual no es nada fácil para las víctimas, especialmente para las niñas y niños, pues en un 60 por ciento de los casos, los responsables se encuentran dentro de su mismo círculo familiar o social; el 60 por ciento ha sido atacado en el entorno donde debería sentirse más seguro.
Los casos de violencia sexual son ocultados por el temor a hablar o la vergüenza que sienten las niñas, niños y adolescentes o sus familias para denunciarlos, dejando a los delincuentes en absoluta impunidad.
Un estudio realizado por el King’s College London arrojó que la mayoría de las víctimas de abuso sexual infantil denuncian este delito cuando tiene entre los 30 y los 40 años de edad.
Son delitos que deben ser perseguidos y castigados, no importando la temporalidad, por ello resulta relevante que se haya establecido los 30 años de edad como el momento en que comience a correr el plazo de prescripción de los delitos de violencia sexual.
Es una medida que favorece que la víctima pueda recurrir oportunamente a las instituciones de procuración de justicia, porque debemos tener presente que desafortunadamente las víctimas quedan con graves afectaciones emocionales y desarrollan traumas que los dejan marcados de por vida.
Constituye un muy valioso primer paso fortalecer el marco normativo en favor de las niñas, niños y adolescentes de este país, pero aún faltan recursos, actualizar protocolos y programas específicos para su efectiva atención, porque seguimos careciendo de una política pública que atienda con perspectiva de género y de manera transversal las denuncias de las víctimas y que acabe con la impunidad de los transgresores sexuales que actualmente se ven beneficiados por el simple paso del tiempo.
Maestra en políticas públicas. @Ale_BarralesM