Históricamente se ha señalado que la pobrez a afecta de manera diferenciada a mujeres y a hombres, las estadísticas lo confirman. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas el 70 por ciento de las personas pobres en el mundo son mujeres, una de cada cinco niñas en el mundo vive en condiciones de pobreza extrema; a pesar de que las mujeres realizan el 66 por ciento del trabajo en el mundo y producen el 50 de los alimentos sólo reciben 10 por ciento de los ingresos y ponen el uno por ciento de la propiedad.

La ONU ha señalado que si las mujeres pudieran participar en el mercado laboral de la misma manera que los hombres, el producto interno bruto de la economía global podría aumentar alrededor del 26 por ciento.

En México, en la última década el nivel escolar de las mujeres ha aumentado en mayor proporción que la de los hombres; es la evidencia de que el tiempo libre empleado en una forma creativa implica desarrollar las capacidades, favoreciendo el equilibrio personal y enriqueciendo la experiencia.

Sin embargo, las actividades de cuidado han recaído de manera desproporcionada en las mujeres , ampliando las desigualdades en el ámbito económico, social y laboral.

El valor económico del trabajo del hogar y de cuidados es de 6.4 billones de pesos, según el I nstituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Lo que representa el 27.6 por ciento del Producto Interno en un año. Son las mujeres las que se hacen cargo de casi el 75 por ciento de todas las tareas que conlleva ese trabajo. Situación que impide que las mujeres hagan uso de su tiempo de forma libre y voluntaria, además de que representa una sobrecarga de trabajo no remunerado, invisible y desvalorizado.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Emple o (ENOE), al inicio de 2022, más de 18.3 millones de personas se declaraban no disponibles para buscar un empleo debido a que ya tenían un trabajo no remunerado en casa, cuidando de otras personas. De ellas más de 17.3 millones son mujeres, es decir, el 95 por ciento.

El 18 de noviembre de 2020, la Cámara de Diputados reformó los artículos 4 y 73 de la Constitución y estableció la obligación del Estado de promover la corresponsabilidad en los cuidados entre mujeres, hombres; ordena al Congreso expedir una ley general en materia del Sistema Nacional de Cuidados. Ambos cambios legislativos ya fueron enviados al Senado, donde, de manera lamentable, permanecen en la congeladora.

La pobreza aumenta la brecha de género y ésta genera a su vez más pobreza, por ello es fundamental que se revisen y analicen de manera detallada las acciones y asignaciones presupuestales del Anexo 13 para que se puntualicen los retos que deben atenderse desde un enfoque de derechos humanos y con perspectiva de género.

Se debe apostar por el diseño e implementación de políticas públicas que promuevan el empoderamiento, desarrollo social, económico e individual de las mujeres desde la visión de protección de los derechos humanos con perspectiva de género para garantizarles una vida libre de violencia.

Hombres y mujeres debemos gozar de nuestros derechos en igualdad de condiciones, porque las oportunidades para acceder a un puesto de trabajo , tener mejores ingresos, ser autónomas financieramente, construir un patrimonio, acceder a créditos y perfilar un fondo de retiro, redundarían en beneficio no solo de las mujeres, sino de toda la sociedad.

Debemos tener presente que un pequeño cambio en nosotras y nosotros puede transformar nuestra realidad, por ello desde el hogar y desde el espacio donde nos desenvolvemos debemos seguir levantando la voz para abonar a ese cambio, donde la igualdad entre hombres y mujer es sea una realidad y la normalidad.

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Maestra en políticas públicas  
@Ale_BarralesM 


 

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