Rechazos sentimentales y discusiones económicas son las causas por las que en India, entre 240 y 300 mujeres son atacadas con ácido al año, la mayoría por sus ex parejas sentimentales, de acuerdo con la organización “Stop Acid Attacks”; pero este tipo de agresión feminicida ocurre lo mismo en Italia que en Inglaterra, España y en cualquier lugar del mundo.

Acciones como la utilización de un ácido o sustancia corrosiva busca desfigurar a las mujeres y marcarlas de por vida con lesiones visibles y permanentes que traen consigo un gran daño físico y psicológico, cuyo agresor es alguien cercano a la víctima con quien mantiene o mantuvo una relación afectiva.

En India, encontramos casos como el de Ritu Saini quien a los 16 años fue atacada por su primo como venganza por rechazar su propuesta de matrimonio. El ácido le fue arrojado a su nariz y el ojo izquierdo. El ataque ocurrió en la vía pública, la gente veía y nadie la ayudaba.

En España, a una joven de 26 años su expareja la roció con ácido sulfúrico, causándole quemaduras en el 20 por ciento de su cuerpo, principalmente en la cara y piernas. Su exnovio, José Arcadio D. N., con el que había mantenido una relación de seis meses, detuvo su coche junto al de la mujer, perpetró la agresión y escapó.

En México, se estima de 2001 a la fecha, al menos 30 mujeres de entre 20 y 30 años de edad han sido atacadas con ácido, principalmente por sus ex parejas. Uno de los que ha tenido eco en las redes sociales y en los medios de comunicación es el caso de la saxofonista María Elena Ríos, de Oaxaca.

María Elena Ríos, a los 24 años, de regreso a su tierra en Huajuapan de León, Oaxaca, entró a trabajar en la oficina de prensa del entonces diputado del PRI, Juan Vera Carrizal, con quien inició una relación sentimental. Él 20 años mayor que ella, era un empresario dueño de gasolinerías y de una estación de radio. Pero la maltrataba psicolgicamente, la insultaba, y la abusó sexualmente contra su voluntad, por lo que decidió dejarlo en julio de 2019. Juan Vera Carrizal la perseguía y la siguió acosando.

María Elena se fue a trabajar a una agencia familiar instalada en casa de su mamá. Un sujeto hizo una cita para un trámite el 9 de septiembre, casi dos meses después de la ruptura con su ex pareja. Confiada abrió la puerta pero el individuo le roció ácido en la cara y en el cuerpo. En la ambulancia llamó a su ex pareja y acusó: “fuiste tú. Lo sé”.

El ácido penetró en su boca, su cuello, su pecho y sus piernas. Tres meses después de la agresión nadie había sido detenido pero María Elena y su familia hicieron una campaña en redes sociales y poco a poco los responsables materiales e intelectual fueron detenidos. Por la presión en redes sociales y en los medios de comunicación, el delito se reclasificó como tentativa de feminicidio.

La saxofonista ha denunciado corrupción, impunidad, falta de empatía y de perspectiva de género en su caso. Señaló que tiene conocimiento que en 2021 se incrementaron los ataques con ácido en contra de las mujeres en un 100 por ciento, producto de la impunidad de que gozan los agresores y la inacción de las instituciones encargadas de procurar y administrar justicia.

Es lamentable que han transcurrido casi tres años del intento de feminicidio del que fue víctima y el proceso judicial no ha concluido y ahora mediante la promoción de un amparo su agresor busca que se le reclasifique el delito del que se le acusa, de feminicidio a lesiones, además de buscar enfrentar el proceso en prisión domiciliaria.

Este tipo de violencia contra las mujeres nos debe horrorizar y no podemos permitir la normalización de conductas tan detestables que reflejen una sociedad machista y misógina. Por ello, resulta importante que legisle para que nunca más una mujer vuelva a sufrir un ataque tan artero y cobarde como el vivido por la saxofonista María Elena Ríos.

Maestra en políticas públicas  
@Ale_BarralesM 

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