No hay suficientes paredes y muros para escribir los nombres de las que ya no están y de manera lamentable en las próximas 24 horas se sumarán 11 mujeres, niñas y adolescentes víctimas de esta terrible pandemia que se encuentra extendida en todos los sectores sociales a lo largo del país.
En San Luis Potosí, la mañana del 11 de febrero pasado, Ana Carolina, de 27 años, fue encontrada sin vida en su casa. Fue asesinada a golpes por su expareja, José Félix, quién la acosaba y presionaba para que regresara con él.
El viernes pasado, en la alcaldía Cuauhtémoc, una mujer, de 35 años, fue encontrada sin vida en su domicilio. Tenía signos de violencia y estaba atada de pies y manos.
La mañana siguiente, en calles de la Alcaldía de Iztapalapa, de la Ciudad de México, fue hallado el cuerpo de una mujer sin vida, de alrededor de 25 años. Tenía lesiones en el cuello y signos de haber sido arrastrada.
En el Municipio de La Paz, del Estado de México, María del Rosario, de 18 años, fue asesinada por su expareja, Carlos Ramsés, de 21 años de edad, con quien vivió durante seis meses. Hace un mes, Rosario decidió terminar la relación, y a partir de ese momento sufrió el constante acoso y amenazas de su expareja. Amenazas de muerte que cumplió hace unos días, la asfixió en su vivienda, junto con su hijo de dos años de edad; posteriormente le prendió fuego a la vivienda y huyó del lugar.
Ellas tienen nombre y apellido y representaban una esperanza de vida que fue coartada por quien, en la mayoría de los casos, había tenido una relación sentimental; conocían a su agresor. Eran madres, hermanas, hijas, sobrinas a las que les fue arrebatada la vida, por el simple hecho de ser mujer.
Esa es la pandemia por la que hace unos días escuchamos en las calles de la Ciudad de México y en diversas plazas del país, llamados desesperados que reclaman justicia y que dan voz a aquellas que los feminicidas nos arrebataron.
La familia de María José Medina Flores lleva cuatro años demandando justicia, no hay avances, tampoco detenidos. El 18 de febrero de 2017, fue hallado el cuerpo de María José, con signos de violación, golpes e impacto de bala, en un paraje rumbo a Atécuaro, en Michoacán.
En 2019, la Fiscalía General de Justicia de Michoacán localizó en la red social de Facebook al hombre con quien se le vio hablando a María José en videos de la puerta de un bar, último lugar en que fue vista con vida. El hombre fue localizado y presentado para declarar, pero no fue detenido pues negó haber estado en el lugar.
Casos como el de María José evidencian que, en muchos lugares del país, la aplicación de una justicia con perspectiva de género sigue siendo letra muerta; que es urgente eliminar las trabas de acceso a la justicia, debido a que en la actualidad muchas de las muertes de mujeres no son investigadas como feminicidios, lo que contribuye a que el 98 por ciento de estos casos quede en la impunidad.
Resulta importante que la Cámara de Diputados aprobara el decreto por el que se reforman y adicionan los artículos 325 del Código Penal Federal y el 131 del Código Nacional de Procedimientos Penales, en materia del delito de feminicidio.
Entre otras cosas, en el decreto se establece que el tipo penal de feminicidio sea homologado en todo el país y llevado a los códigos penales estatales para que los ministerios públicos investiguen bajo el protocolo de feminicidio cualquier asesinato de mujeres.
Es innegable que sigue habiendo estructuras que permiten la violencia contra las mujeres, la más invisible, pero también la más cruenta que es la que también se expresa en el fenómeno de los feminicidios.
(@Ale_BarralesM)