Cada generación tiene su momento culminante, su hito histórico. También podríamos decir que cada momento decisivo tiene su generación, sus generaciones.

Hoy hace 111 años arrancó el último golpe de Estado militar en la historia de México: el 9 de febrero de 1913 el presidente Francisco I. Madero cabalgó despacio del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional. Lo protegían cadetes del Colegio Militar. Fue la última vez que vimos vivo al Presidente Mártir “en olor de multitud”.

Esa hora dramática alcanzó un nombre propio: la Marcha de la Lealtad. Alfonso Reyes dedicó su “Oración del 9 de febrero” al impacto de ver muerto a Bernardo, su padre, esa mañana en que presuntos seguidores lo llevarían en andas victoriosas hasta el despacho de Primer Mandatario, donde se ceñiría la banda. Él, militar inteligente, murió en una trampa muy básica, acaso puesta por sus propios compinches, entre ellos el chacal Victoriano Huerta.

Generación. Generaciones. El hijo más joven tenía razón, no el padre: Alfonso, simple poeta, le decía a Bernardo, orgulloso ex gobernador de Nuevo León, ex titular de Guerra y Marina, que su momento había pasado.

Una tercera generación de Reyes incluyó a una poeta y muralista: Aurora. La Univer-sidad Nacional Autónoma de México y El Equilibrista publicaron en 2021 una antología de versos y una selección de imágenes de la sobrina de Alfonso y nieta de Bernardo. La enjundia y el talento le permitieron a Aurora abrirse espacios en medios muchas veces hostiles a las artes, más aun si las practicaban mujeres.

La doctora Yolanda Guasch Marí, de la Universidad de Granada, ha invertido genero-sos esfuerzos para ofrecernos un panorama de las vicisitudes y la obra de artistas plásticas cuyo momento histórico se condensó en los tres años de la guerra civil española. Yolanda Guasch forma parte de un grupo de especialistas que, como Rafael López Guzmán, han hecho valiosas investigaciones como puentes de la Península a Hispanoamérica y de Hispanoamé-rica a la Península.

El libro de la doctora se denomina Mujeres artistas en México. Las generaciones del exilio español. Se trata, sí, de un diálogo “entre las dos orillas del Atlántico”. Incluye una semblanza, una lista de exposiciones y al menos una fotografía y una muestra de la obra de cada una de las 28 artistas incluidas: el volumen es en sí mismo una exposición de papel, un paseo por orden alfabético y una evocación de momentos cruciales aún significativos. Al inicio aparece un conjunto de análisis que dan contexto a la labor de las artistas.

El conflicto bélico de 1936–1939 fue una culminación de tensiones ideológicas, políti-cas, económicas, sociales: las élites y las masas de un signo y de otro carecieron de destreza para resolver agudas diferencias desde la democracia. Las personas concretas quedaban pre-sas entre unas y otras: entre las élites y las masas.

La expresión individual era una urgencia, una válvula de escape.

Las artes se alzaban (se alzan) frente a la violencia. La mayoría de las 28 creadoras llevaron en barco sus pinceles y caballetes y trataron de compensar las pérdidas familiares, territoriales y anímicas con búsquedas como síntesis entre la tradición y la innovación du-rante una época en que una y otra forcejeaban y negociaban en cada trazo de la mano artística.

Remedios Varo Uranga es la más famosa de las 28. Las penurias económicas de un Vincent Van Gogh y el estratosférico éxito póstumo de sus piezas son paradigma de una paradoja: quien crea una obra casi se muere de hambre, de angustia, de empeño innovador,

y luego las piezas van y se cotizan en millones. Invierno es Lisboa, de Antonio Muñoz Mo-lina, noveliza las aventuras de un mercado: el del arte, precisamente. Puertas demasiado pequeñas, de Ave Barrera, incursiona en el mismo mercado desde otra arista: la falsificación.

Generaciones y lazos consanguíneos comparecen en Mujeres artistas…: Paloma Alto-laguirre Méndez desciende de poetas y es madre de poeta. Julia Jiménez Cacho es progenitora de una estirpe. Elena Climent pinta “El librero de mi papá”. Las hermanas Ballester conver-gen en una vocación. El volumen deja leerse como esbozo de sagas y como acercamiento a las genealogías y redes de contactos que las ayudaron a subsistir, a huir, a producir.

Yolanda Guasch ha estudiado las derivaciones novelísticas y cinematográficas de vidas y obras. Ha destacado un soneto de Rubén Bonifaz Nuño a Elvira Gascón (esta artista de origen español ilustró Tres poemas de antes, del vate veracruzano). Ha investigado aquí y allá: es mexicana por derecho propio, mexicana honoraria.

Momentos. Generaciones. Sagas. Redes. El arte suele ser la mejor cara de una época. Desde luego, las pintoras buscaron trascender su cortísimo lapso vital: Remedios Varo, por ejemplo, alcanza desde hace tiempo una recepción en muy diversos países.

Este 2024 se anuncia como un año histórico ya tan sólo por los calendarios electorales de países hegemónicos. ¿Qué arte sabrá expresarnos? ¿Qué vasos comunicarán las obras plásticas, las cámaras, las letras, el documento, el documental, el testimonio? ¿Qué imágenes quedarán de nuestra época?

¿Serán tan entrañables como las del exilio hispano?

Y, antes de eso, ¿saldremos indemnes de aquellas tensiones ideológicas, políticas, eco-nómicas que culminan en guerras como las del este europeo y el Medio Oriente?

ALBERTO VITAL

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