Nos enteramos de que El Universal entrevistó a José Ortega y Gasset allá por 1947. El dato está en Diálogos atlánticos. Cultura y ciencia en España y América en el siglo xx (p. 344).
Juan Pablo Fusi y Antonio López Vega dirigieron esta obra de casi 700 páginas, siete partes, 22 colaboraciones y una sólida edición de Galaxia Gutenberg (2021).
Incansables, Fusi y López Vega acaban de dirigir y coordinar Miradas. El género biográfico en español, con casi 500 páginas, tres partes, 21 colaboraciones y una oportuna presentación de Ediciones Cinca bajo el auspicio del Instituto Universitario Ortega–Marañón (octubre de 2023).
Ambos volúmenes merecen difundirse: son materia prima para quienes nos interesamos en literatura, diplomacia, ciencia, exilio, viajes, libros, revistas, personas: vasos –en fin– comunicantes entre países como España, México, Argentina, Estados Unidos de América.
Aquella entrevista de El Universal es un ejemplo de las redes de relaciones entre figuras ya entonces paradigmáticas como Ortega y Alfonso Reyes: Ortega el español, Reyes el mexicano, Ortega que se exilia en América por la guerra civil española, Reyes que se exilia en Europa por la guerra civil mexicana: la Revolución.
El magisterio de Ortega, el apoyo para que Reyes publicara un puño de libros en Calpe, la mutua admiración son los puntos positivos de una amistad que sufría por la distancia, los posibles malentendidos (Reyes pensó que Ortega no se entusiasmaba con la presencia del regiomontano en Calpe), las diferencias políticas, los dolorosos silencios, la obligación de tomar postura en guerras donde los propios hijos combatían en alguno de los bandos. (Estos datos se encuentran en el capítulo “Una historia de cartas abiertas: Reyes, Ortega, Gaos”, de José Lasaga Medina.)
El volumen enriquece la reflexión acerca de obras y vidas a ambas orillas del Atlántico. Fusi, nacido en San Sebastián (1945), López Vega, madrileño de raíces canarias (1978), son dignos de un neologismo que ya anda por allí: “mexicañoles”. Y si de neologismos se trata, podríamos hablar de “euroamericanos” o de “ameripeos” o “ameriropeos” para hacerle justicia a la pasión americana y europea de ambos y de personas a quienes ellos invitan a esa sala de estar y dialogar a la distancia que es todo libro colectivo.
Ambos volúmenes evocan la voluntad de que las manifestaciones culturales unan a los países hispanohablantes, como querían Octavio Paz y Carlos Fuentes (este último propuso la frase de Territorio de la Mancha para aludir al mundo de habla hispana, con más de 500 millones de hablantes nativos y más 20 millones de personas pidiendo aprender nuestro idioma).
México y España se codean entre las principales potencias económicas y son importantes socios. El intercambio comercial y el flujo de personas y de comunicaciones e ideas llenan cada día los contenedores, los vuelos y las redes en una dirección y otra.
El panhispanismo de un José María Lassalle, autor de “España americana”, y un Andrés Ordóñez apunta al propósito de darle un nuevo impulso al proyecto teórico, histórico y práctico de que nos veamos como una vastísima Nación multinacional, multicultural, múltiple, multiplicadora y pacífica (gracias a figuras como Alfonso García Robles América Latina es una región libre de armas nucleares).
Diálogos atlánticos y Miradas contribuyen al panhispanismo porque nos enseñan los puntos en común y las trayectorias y diferencias de un modo u otro equiparables.
¿Qué diferencias? Por ejemplo, de Miradas se desprende que España posee una tradición de biografías que en México no es todavía tan potente y es muy inferior a la anglosajona.
Las páginas iniciales del propio Juan Pablo Fusi y de María Teresa del Olmo Ibáñez nos van mostrando cómo los entrecruzamientos de vida política, intereses y concepciones filosóficas e ideológicas han favorecido en ciertas épocas y desfavorecido en otras la escritura de biografías en España.
El capítulo de Rogelio Hernández Rodríguez y el siguiente sobre biógrafos biografiados trazan un primer panorama sobre la redacción de historias del “yo” (desde biografías intelectuales hasta memorias, confesiones, bitácoras) durante el México independiente.
Nos amanecimos en 2024 con la noticia de que México es la decimosegunda potencia planetaria. A la vez somos el último país de la ocde en educación, transparencia y seguridad. Este desajuste obedece a causas dignas de atenderse. Aquí me corresponde hablar como biógrafo y como lector de biografías: ¿la fractura entre la profunda investigación historiográfica y la divulgación de alto nivel y de alcance masivo es una causa de que el país tenga niveles bajos en lectura y escritura y de que carezca de modelos valiosos en su imaginario?
Considérese que México ha sido buen receptor de biografías: nos gusta leer acerca de vidas algo noveladas. Nos gusta, sí, aprender mientras nos entretenemos; entretenernos mientras aprendemos. ¿Se desaprovecha este factor? Contamos con la serie Biografías del poder como un interesante antecedente. Mucha tarea tenemos.