Tengo en mi escritorio dos volúmenes de Mario Luis Fuentes y Saúl Arellano: Panorama social de México. Una mirada sobre el contexto social en el que nos golpea la crisis (2020) y Los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales en México, 2023 (2024).

Ambos llevan el sello del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Detrás de cada uno de estos libros existe una intensa y continuada investigación tanto en bibliotecas y bases de datos como en trabajo de campo y diálogos entre pares.

Los temas son de muy notable pertinencia para este 2024 y los lustros futuros.

Y quiero comenzar hablando de las estrategias con que dichos temas se presentan en cada uno de los libros.

¿A qué me refiero? Hoy existe tanta información que uno de nuestros deberes desde las humanidades (en especial desde la filología, desde la retórica) consiste en encontrar los mejores caminos para que dicha información llegue a quien debe llegar y, más aun, se transfigure en algo más que información y contribuya a nuestra formación.

En el mejor escenario, la información se vuelve formación.

O se recibe adecuadamente gracias a la formación: ¿qué discriminar?, ¿qué incorporar y cómo?

Para cumplir con ese objetivo es saludable que quienes investigamos y escribimos acerca de tópicos humanísticos busquemos los patrones editoriales, argumentativos y persuasivos más pertinentes para cada tipo de tema.

Pues bien, el primero de los dos libros –Panorama social de México es una suerte de enciclopedia implícita sobre los más relevantes asuntos pendientes en nuestro país. El índice del libro deja leerse como una guía para que accedamos de modo directo a las cuestiones que en un momento dado más nos interesen por alguna consulta u orientación, profundización o referencia.

Por ejemplo, el capítulo 3, “Los derechos de las mujeres y la emergencia de un nuevo feminismo”, incluye una entrada acerca de un punto definitivamente crucial: el embarazo en adolescentes; desde el título de la entrada nos vamos enterando de que hay un descenso en esta cifra, aunque “de manera muy lenta” (p. 121 y ss.).

Al corte de fines de 2019, escribieron los autores:

Los niveles de embarazo adolescente en México siguen siendo preocupantes y constituyen uno de los indicadores que con mayor fuerza permiten mostrar la […] violencia estructural en contra de las mujeres en el país, […] (p. 121).

Ambos libros nos presentan desgloses por entidades federativas, y es así como aprendemos que Chiapas, Guerrero, Zacatecas, Durango, Puebla y Oaxaca son estados con índices de embarazo adolescente superiores al promedio nacional (p. 124). Esto, desde luego, tiene efectos en los demás rubros.

“Igual me es todo principio porque siempre he de volver a él”, nos dijo Parménides de Elea hace más de dos mil quinientos años.

Ambos libros dejan tomarse en cualquier capítulo (el más llamativo o urgente para quien lee) y después nos invitan a pasar a otros.

Al fin y al cabo, los problemas y sus soluciones se conectan: tomemos como principio cualquiera de los asuntos tratados por los dos autores; al final todos terminarán conectándose y confirmarán el concepto de sistemas complejos, que han trabajado Edgar Morin en Francia y Rolando García en la unam: los problemas sociales se van resolviendo en un tablero de ajedrez con múltiples dimensiones.

Veamos este caso: el embarazo adolescente y, en general, el embarazo no deseado se conectan con causas y consecuencias de alto relieve, también consideradas en los dos volúmenes: entre las causas se encuentran la marginación (ambos tipos de embarazo afectan más a jóvenes de poblaciones originarias, por ejemplo en Oaxaca y Chiapas) y los bajos niveles de integración; significativamente, ambas causas son también consecuencias: estamos ante un círculo negativo que debemos romper.

El embarazo en circunstancias difíciles podría relacionarse con mortalidad infantil.

La “mortalidad evitable” ha preocupado y ocupado a Mario Luis Fuentes. Dedica un libro entero al respecto: Las muertes que no deben ser. Natalidad y mortalidad en México (2018). El capítulo 4 del Panorama pone a punto temas como tasa de mortalidad infantil, ¿de qué nos morimos en México y por qué?, salud mental y depresión.

El segundo volumen, Los derechos, posee una estructura asimismo práctica, incluso didáctica: va contrastando principios constitucionales con los datos que el Estado mexicano arroja acerca de cuestiones centrales para el país, esto es, a fin de cuentas, relevantes tanto para el gobierno que se va como para el que llega.

Por ejemplo, ¿cómo anda cada entidad federativa en términos de cobertura educativa según la secuencia de las sucesivas edades: desde la más temprana hasta el posgrado?

La educación es otro excelente punto de partida en términos de Parménides: empezamos con ella y más temprano que tarde desembocamos en ella, pues la educación es una suerte de factor matriz.

Todo tipo de riqueza social, cultural y económica, incluso política, tiene que ver con la educación.

En cobertura educativa de los 18 a los 22 años, según datos de 2021-2022, la Ciudad de México, Nuevo León, Sinaloa, Puebla, Aguascalientes y Querétaro se encuentran en la cima de los estados, todos ellos por arriba del promedio nacional (p. 77).

En todo caso, una tarea siempre prioritaria consistirá en que toda la población mexicana contribuya (contribuyamos) de un modo u otro a incrementar nuestro nivel educativo.

Los dos volúmenes son muy recomendables para todas las personas que están tomando o tomarán decisiones en ámbitos con factores matrices como la salud pública, la justicia, desde luego la educación, entre otros temas cruciales de nuestro tiempo.

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