Octavio Paz tiene un hermoso poema, “Primero de enero”, que expresa estados de ánimo típicos en estas horas tan especiales.

“Las puertas del año se abren, / como las del lenguaje, / hacia lo desconocido. / Anoche me dijiste: / mañana / habrá que trazar unos signos, / dibujar un paisaje, tejer una trama / sobre la doble página / del papel y del día. / Mañana habrá que inventar, / de nuevo, / la realidad de este mundo. // Ya tarde abrí los ojos. / Por el segundo de un segundo / sentí lo que el azteca, / acechando / desde el peñón del promontorio, / por las rendijas de los horizontes, / el incierto regreso del tiempo.” […]

Expresar entidades abstractas y aun así importantísimas para nuestra vida es una de esas tareas que el arte –la poesía, por ejemplo– se ha echado a cuestas a lo largo de los siglos.

Entidad abstracta y esencial es, sin duda, el tiempo. Marcel Proust, el escritor por excelencia sobre los minutos, las horas, los días, los años, tiene un pasaje sobre el primero de enero: “Antes de que fuéramos a Combray, cuando tía Léonie todavía pasaba el invierno en París en casa de su madre, hubo un tiempo en mi infancia en que conocía tan poco a Françoise que el 1º de enero, antes de entrar en casa de la tía abuela, mi madre me ponía en la mano una moneda de cinco francos y me decía: ‘Sobre todo, no te equivoques de persona. Antes de darla, espera a oírme decir: ––Buenos días, Françoise.’”

Parte del encanto y del éxito de la vastísima obra de Proust –libro único hecho de siete libros– consiste en que nos invita a vivir literalmente dentro de un ritmo apacible –casero y mundano, cotidiano y culto–, en el cual el tiempo transcurre despacio, y la mirada se concentra largamente en detalles como un sabor, un saludo, una costumbre, una escena y su pormenorizado análisis. De pronto, el vértigo de la vida moderna se da permiso de sumergirse en otra vida, en otro tiempo y sobre todo en otra cadencia.

El poema de Paz sugiere que con cada nuevo ciclo inventamos una realidad y reconoce que el tiempo regresa, incierto.

Las nuevas realidades se inventan, sí, sobre la base de todo lo que regresa, de todo lo que persiste pese a los nuevos ciclos.

Queremos inventar, sentimos la energía del despertar, y a la vez reconocemos esa circularidad azteca que hoy se nos concreta como todos los factores que persisten y que no dejan modificarse tan fácilmente.

La presidenta Claudia Sheinbaum encabeza el país en un momento en que la inventiva se manifiesta como creatividad para resolver los desafíos que se irán presentando. Somos, después de todo, el país de Octavio Paz y Elena Garro, de Juan Rulfo y María Izquierdo, de Lázaro Cárdenas, de Jesús Reyes Heroles y de millones de compatriotas que han sido o que son y que –los que ahora somos– tenemos la expectativa de un 2025 con muy buenos frutos.

Aldo Flores me hacía ver la importancia de que el gabinete cuente con dos ex cancilleres y un canciller, como signo del relieve que la presidenta le concede al escenario internacional.

Semejante escenario se trenza tanto con el nacional que hoy por hoy la fabricación de una simple llanta es un ejercicio de constante cruce de fronteras entre México y Estados Unidos y de otras fronteras para ir produciendo y ensamblando las distintas partes. ¡Y apenas vamos en las llantas!

La diplomacia, la economía y la energía son asuntos de tal modo centrales que es un muy buen signo el contar con gente tan experimentada a la cabeza de las correspondientes secretarías.

La invasión de Ucrania nos ha recordado de modo muy elocuente que cualquier país (y cada una de sus entidades, sus regiones, sus localidades) depende de la energía para mover su economía y para contar con certezas y fortalezas a la hora de las negociaciones diplomáticas.

No siempre es necesario (como cuando le preguntaba Stalin al Vaticano) responder que se tienen tantas o tantas divisiones para la guerra, pero sí es necesario saber cuántas reservas de petróleo tenemos y cómo estamos negociando la generación de energías limpias, renovables, a fin de disponer de viabilidad energética, económica y diplomática en una hora en que el “regreso” del tiempo es notablemente “incierto”.

Por fortuna, la doctora Sheinbaum cuenta con una preparación académica muy fuerte justo en ámbitos de energía, entre otros rubros. La Universidad Nacional Autónoma de México posee un Instituto de Energías Renovables que genera innovaciones capaces de inventar realidades cada vez más sustentables y sostenibles.

Nada está definitivamente escrito. El poema de Paz nos anima a pensar la realidad como un acto abierto de invención, sin que olvidemos las condiciones de todo lo que regresará después de la tregua navideña.

(Los últimos días de diciembre se han vuelto, en efecto, una pausa, un respiro que las sociedades se conceden antes del fragor de un nuevo ciclo.)

Cada una de nuestras palabras es hija de las invenciones y los regresos del tiempo. Hablamos con vestigios de lenguas milenarias, y a cualquier vocablo puede habérsele caído en el camino algún sonido, alguna letra. (Esto y otros temas lingüísticos se estudian en el Instituto de Investigaciones Filológicas, en el Centro de Enseñanza para Extranjeros, en la Facultad de Filosofía y Letras y otras entidades universitarias a lo largo del país.)

“Enero” proviene del latino “Jano”. El castellano prefirió desembarazarse de la jota. En todo caso, Jano es la figura de dos caras: una mira hacia las noches del ayer; otra, hacia las mañanas del mañana. En el diálogo entre el pasado y el futuro, esperemos que el presente nos resulte propicio durante 2025.

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