Iniciamos el año con noticias negativas en el sector de la aviación nacional. El pasado 6 de enero, se anunció el recorte de 8 de las 18 rutas que tenía programadas la aerolínea del Estado Mexicano: Mexicana de Aviación.
La información no causa sorpresa, más si indignación. Me explico.
Desde que este proyecto aeronáutico fue concebido en la administración federal anterior, se han observado diferentes inconsistencias en el diseño e implementación de la nueva Mexicana de Aviación. Recordarán la demanda que la empresa texana, SAT Aero Holdings interpuso el año pasado en contra de la aerolínea del Estado Mexicano por incumplimiento de contratos de arrendamiento, depósitos de garantía y otros conceptos relacionados con la renta de 10 aeronaves Boeing 737-800. Originalmente el monto demandado era de 838 millones de dólares, finalmente el reclamo quedó en una cifra cercana a los 10 millones de dólares.
La operación de una aerolínea comercial es un tema muy complejo, influyen muchos aspectos técnicos, operativos, económicos, políticos y sociales. El margen de utilidad es mínimo y cualquier error es costosísimo. La adecuada administración, planeación, capacitación, promoción y venta debe estar en manos de especialistas de cada rubro con amplia experiencia en el sector. De lo contrario, el fracaso será inminente.
Desde que se anunció la creación de este proyecto, diversas organizaciones como el Colegio de Pilotos y la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México, con amplia experiencia en este sector, ofrecieron su apoyo incondicional para coadyuvar en la consolidación de un megaproyecto aeronáutico nacional, que fortaleciera la interconexión regional, que optimizara la infraestructura aeroportuaria nacional, que fuera una nueva fuente generadora de empleo digno y bien remunerado, tanto directo como indirecto y que representara la bandera y el nombre de nuestro país con altura de miras. Era el sueño de que la aerolínea insigne de México y la primera en Latinoamérica volara de nuevo y resurgiera como el Ave Fénix de tierra Azteca. Desafortunadamente no fueron tomadas en cuenta.
Hoy, por el contrario, resulta preocupante que los recursos destinados a los rubros de educación, cultura, ciencia y tecnología, sector salud e investigación, entre otros, se vean recortados, mientras la Aerolínea del Estado está recibiendo una cantidad extremadamente cuantiosa para sostener sus limitadas e incosteables operaciones. El capricho de un proyecto fallido resulta insostenible.
De acuerdo con cifras avaladas por el director del Instituto Nacional de Investigaciones Jurídico Aeronáuticas, Sr. Pablo Casas Lías, la aerolínea ha recibido un total de $ 35,367 millones de pesos del erario a un año de haber iniciado operaciones desglosados de la siguiente manera: 816 millones de pesos por la compra del nombre y marca comercial; 4,200 millones para el inicio de operaciones; 20,871 millones para adquisición de aviones; 8,300 millones de pesos del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio del año 2024 y 1,400 millones asignados para el ejercicio 2025.
En la conferencia matutina con motivo del primer aniversario de esta aerolínea, su director, el General Leobardo Ávila Bojórquez, dio a conocer qué el factor de ocupación es de menos del 49%, dando un total de pasajeros transportados en un año de 382,011; lo que significa apenas el 13% de la meta de 3 millones que se plantearon para 2027. Se dieron datos de 7,217 operaciones, las cuales en ocasiones no llegaban a transportar ni cinco pasajeros.
Estos datos, confirman que la empresa aeronáutica no fue planeada como debió haber sido, tan es así, que esta aerolínea ni siquiera estaba proyectada en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 a diferencia de otros proyectos como el AIFA o El Tren Maya.
Me parece que la decisión tomada sobre Mexicana de Aviación puede ser un primer acto, previo al cierre definitivo, evitando así mayores fugas con importantes repercusiones negativas en el Presupuesto de la Nación. Si bien, al ser una empresa del Estado no se busca una ganancia económica, tampoco se puede permitir que el costo financiero sea incalculable con beneficios sociales mínimos. Espero que el orgullo no sea más grande que la razón.
Estos lamentables acontecimientos, reiteran la urgente necesidad que existe en México, para adoptar una nueva Política Aeronáutica de Estado, que bajo una lupa analítica e integral aproveche todas las oportunidades geográficas y de infraestructura nacional, para nuevamente hacer de la aviación mexicana un sector de referencia global.