La madrugada del domingo, Morena y sus aliados aprobaron en la Cámara de Diputados el Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2022 (PEF 2022). Sin diálogo, entre insultos y después de 4 días de desahogo de reservas, el Decreto fue enviado al Poder Ejecutivo sin realizar cambios al dictamen presentado por la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública. Así, Morena y sus aliados, mostraron unidad, su vasallaje y lealtad ciega frente al poder presidencial.

El PEF 2022, refleja la política económica y social que el país asumirá dentro del año, destacando los aumentos en las entregas de programas sociales de entrega directa, pero también aumentando los recursos para las fuerzas de defensa, marina y la Guardia Nacional, y para continuar con las obras públicas insignias del sexenio, el Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas.

Por cuarto año, las prioridades nacionales serán las mismas, cambiaron los números, pero no los objetivos o las formas en las que se gastará el presupuesto. Sin lugar a duda, un país lleno de desigualdades requiere las mejores políticas sociales posibles. Si tomamos en cuenta el alto nivel de desigualdad que permite que el 10% de la población con mayores ingresos capten el 59% de todos los ingresos del país, sumado a que entre 2018 y 2020 la pobreza en México creció dos puntos porcentuales según el CONEVAL, pasando de 51.9 millones a 55.7 millones de personas en situación de pobreza.

Ante ello, la presidencia solicitó el aumento de los recursos para destinarlos a los programas del Bienestar para las pensiones de adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, sembrando vida y el apoyo para el campo a través de fertilizantes. En lo personal, me parece una mala decisión que después de tres años de la creación de los programas, no presenten ningún cambio en su operación, mantengan su rigidez, no estén aumentando considerablemente el padrón de beneficiarios y, como se ha demostrado, no están logrando sus objetivos.

El Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG), en su Análisis y Recomendaciones al paquete económico 2022 ha denunciado que el gasto social ha perdido el enfoque de “primero los pobres” pues la cobertura a hogares en pobreza extrema se ha perdido durante el sexenio, pues mientras en 2018 el 23% del presupuesto a programas sociales estaba dirigido al 10% más pobre, en 2020 solo se destinó el 10% del presupuesto para ellos y ellas, además de que estos apoyos cada vez son recibidos por familias mexicanas que forman parte del 10% más rico.

A pesar de los cambios políticos, las personas que lo reciben siguen en condiciones de vulnerabilidad. Estos programas se convierten en paliativos que no modifican trascendentalmente la vida de quienes los reciben, por no tener una visión a largo plazo y no estar encaminadas a transformar las causas inmediatas, subyacentes y estructurales que permiten que una gran parte de la población viva en condiciones inhumanas.

¿Por qué seguir con programas sociales que sabemos que no solucionarán los problemas de fondo?

Lo mismo pasa con el aumento de las asignaciones a las fuerzas castrenses y a la Guardia Nacional, instituciones que han demostrado su fracaso ante las altas tasas de homicidios y desapariciones, así como por las acciones que realizan en contra de la población, reflejadas en las más de 800 quejas por violaciones a derechos humanos cometidas por estas fuerzas de seguridad en lo que va de este año. En contraste, los recursos dirigidos a las policías municipales siguen estancándose y permanecen sin restablecerse los Fondos de Fortalecimiento a la Seguridad Pública.

Es justo y necesario destinar la mayor cantidad de recursos a programas sociales y de seguridad en un país con altos niveles de pobreza y violencia, pero no podemos esperar cambios gastando de la misma forma en la que está demostrado que no lograremos nuestros objetivos.

Toda política pública requiere de ajustes con el paso del tiempo, por ejemplo, el PEF 2022 ha comprobado la eficacia de los fideicomisos para realizar ciertas labores, por ello, es una buena noticia que se aprobaron 9,054 millones de pesos para el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y 207,500 millones de pesos para el Fondo de Prevención de Desastres naturales (Fopreden), a pesar de que Morena y sus aliados los habían desaparecido supuestamente por la corrupción que presentaban. Qué bueno que dejaron atrás las mentiras con las que justificaron la extinción de estos fondos y se dieron cuenta de que son necesarios.

Espero que, en los últimos dos presupuestos del sexenio, se den cuenta al igual que con el Fonden y el Foproden, que no todo lo que dice y manda el presidente es verdad y que pueden hacer cambios en beneficio de la ciudadanía. Requerimos de un Congreso abierto a escuchar a las distintas fuerzas políticas y sobre todo a las aportaciones ciudadanas, que no solo acuda a levantar la mano y que analice a fondo cada una de sus decisiones.

Google News

TEMAS RELACIONADOS