Las organizaciones de la sociedad civil ( OSC ) están conformadas por colectivos de personas que se reúnen y organizan para promover sus intereses e ideas, sus actividades no tienen fines de lucro ni buscan el poder político. Desde las OSC se ejerce la participación ciudadana y se protege la democracia , pues este sistema político se basa en que las personas gobiernen, más allá del ejercicio del voto, haciendo valer la opinión e intereses de las y los ciudadanos en todo momento.
Existen todo tipo de OSC en México, algunas de ellas están establecidas formalmente y otras veces no, como en el caso de las organizaciones populares, movimientos y colectivos informales. Los sindicatos, los gremios profesionales y para la filantropía, los think tanks, los medios de comunicación, las organizaciones campesinas , indígenas, religiosas, académicas y los movimientos sociales son OSC.
Al igual que en otros ámbitos sociales, las OSC también están siendo influidas por la polarización y, por ello, muchas de sus actividades se están concentrando en oponerse a otro grupo organizado que lo definen como su “enemigo”. Para Abhijit Banerjee y Esther Duflo , ganadores del premio Nobel de economía en 2019, la polarización determina que actuemos más de acuerdo con lealtades tribales que con un juicio sensato de prioridades.
La polarización promueve la idea de que existen OSC malas y buenas, y las moviliza para que se confronten. Esta generalización permite la persecución y criminalización de las organizaciones que trabajan a favor de los derechos humanos y de las mujeres, de los medios de comunicación, de las universidades y quienes dedican su vida a la ciencia. Pero también, la polarización genera una ceguera ante el esfuerzo que realizan otros grupos organizados para reunir millones de firmas para promover un ejercicio de participación política o para reducir lo que consideran privilegios de las élites. En ambos casos, la polarización ridiculiza sus causas, las deshumaniza y se alimenta de nuestras filias y fobias para alcanzar la humillación y destrucción del ‘adversario’.
Las OSC generan cambios sociales, pero esto no quiere decir que solo trabajen a favor de la comunidad. Si algo nos ha enseñado la historia es que definitivamente los conceptos de progresividad y no regresividad son un ideal, pero en cualquier momento si existen suficientes personas que estén de acuerdo en quitar derechos a otras estos conceptos se pierden. Por esta razón es muy peligroso seguir alimentando la polarización y convertir a nuestros semejantes en enemigos.
En México, sabemos también todo lo que puede generar una sociedad civil unida. La solidaridad tras el terremoto de 1985, la construcción de la democracia y de las instituciones autónomas, son ejemplos de lo que hemos logrado cuando hacemos una pausa como sociedad para escucharnos, ponernos de acuerdo y exigir políticas públicas por encima de la destrucción de enemigos imaginarios. Una comunidad ciudadana que pasa sobre las instituciones gubernamentales, los partidos, los líderes charros y los caudillos, en la búsqueda del bien común, para todas y todos, aún cuando no pensemos igual o seamos diferentes.
Al final, como pudimos ver hace algunos días, mientras la sociedad civil se polariza y se contrarresta, otros se abrazan y envían mensajes amistosos en redes sociales, se sientan a desayunar y se fortalecen mutuamente para mantener el status quo. Los más ricos de México, aquellos que a diferencia de las OSC tienen como finalidad el lucro, y aquellos que representan al Estado, no pierden el tiempo en la polarización y se enfocan en el objetivo común de mantener su poder económico y político. Mientras la sociedad civil se neutraliza, los poderosos hacen alianzas.