La Secretaría de Educación Pública ( SEP ), presentó el proyecto de nuevos planes y programas de estudio (PPE), con el que pretende cambiar el “modelo educativo neoliberal” por uno de carácter “decolonial, libertario y humanista”. Como ya es costumbre, las políticas públicas de la 4T se presentan con un enfoque que privilegia lo retórico, pero en la realidad, ni siquiera son congruentes con los discursos que esgrimen. El PPE es un proyecto que apoya políticas neoliberales y que ampliará las brechas de los estudiantes.

Comulgo en su totalidad con el desplegado “En defensa de la educación”, publicado en la Revista Nexos el 20 de abril de este año. Decenas de especialistas han manifestado que los nuevos PPE carecen de un diagnóstico claro de los problemas educativos y de sus causas, además de que se trata de un proyecto oscuro y conceptualmente impreciso. Estoy de acuerdo en que los PPE “están redactados en una confusa retórica a veces incomprensible en la cual no se definen con claridad los objetivos que persiguen”. Más aún, me parece negligente, querer hacer un reordenamiento completo de la educación básica sin antes presentar un reporte claro y transparente respecto a todos los impactos que tuvo la pandemia en el sistema educativo nacional.

Esto no es cosa menor, para António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, el COVID-19 ha causado el trastorno más grave registrado en los sistemas educativos en toda la historia, amenazando con provocar un déficit de aprendizaje que podría afectar a más de una generación de estudiantes. En México, por ejemplo, millones de estudiantes desertaron y no existe un solo programa efectivo para lograr que regresen a las aulas. Las becas del bienestar no son suficientes, estuvieron presentes en 2020 y 2021 y no impidieron la alta tasa de deserción en la pandemia, por lo que las ayudas directas no resuelven este problema.

Me parece correcto hacer cambios que permitan evaluaciones que tomen en cuenta el contexto de las y los estudiantes y sus comunidades. Sin embargo, en un país tan desigual como México, es muy peligroso que se permita ir avanzando de grados sin evaluar que las y los estudiantes hayan alcanzado óptimamente los resultados de aprendizaje que se esperan construir a través de los programas educativos. En el mismo sentido, si desaparecen las asignaturas y se permite libremente transformar los programas de estudio para ajustarlos al contexto, qué le impedirá a un maestro o a “una comunidad” borrar de facto la educación sexual o el derecho a la diversidad ¿qué va a pasar, por ejemplo, si el maestro o la comunidad profesan una religión o pertenece a un partido político que no está de acuerdo con la interrupción legal del embarazo o el matrimonio de personas del mismo sexo?

Por otro lado, es ingenuo pensar que las y los estudiantes en México estarán mejor preparados para el futuro si optamos por darle la espalda al resto de los sistemas educativos mundiales, que preparan a las y los estudiantes para encontrar una carrera –más no simplemente un trabajo–, y, con ella, conseguir que su experiencia y capacidades se reconozcan socialmente y se reflejan en un mayor nivel de ingresos económicos. Produciendo algo útil a la sociedad y obteniendo, también, un puesto de trabajo armónico con sus expectativas y proyecto de vida.

Efectivamente, no se trata de crear un sistema que esté sólo al servicio de los grandes capitales, pero es ingenuo pensar que un modelo educativo desvinculado de los conocimientos que requieren las empresas construirá aprendizajes que les permitirán competir a sus estudiantes en un mundo que ha optado por privilegiar el modelo capitalista –retomando al economista Branko Milanovic–. Que el Presidente haya establecido en el discurso el fin del neoliberalismo en México, no quiere decir que así sea, al igual que con el PRI y el PAN , se sigue protegiendo la riqueza, el extractivismo y se sigue permitiendo y respaldando la entrega a corporaciones privadas todo tipo de bienes públicos, como la tierra, el espectro radiofónico, las playas, el agua y los bosques.

Por otro lado, existen niñas y niños que tienen más probabilidades de quedarse por debajo de las metas esperadas y, si siguen avanzando en sus estudios y no se les realiza una evaluación que identifique y corrija las brechas de aprendizaje, será más probable que deserten en la educación media y superior por no estar preparados para afrontar los estándares de los diversos tipos de evaluaciones y niveles de complejidad que existen en estos niveles académicos. Todas las universidades y centros de investigación en nuestro país, han adecuado sus programas y certificaciones para responder a las exigencias de un mundo global e interconectado.

Uno de los ejes de la PPE, se alinea a la política nacional de Bienestar, basada en el dispendio de recursos de manera directa, lo que se ha traducido en otorgar dinero a cambio de desatender derechos y obligaciones. No hay nada más neoliberal que privatizarlo todo y quitarle la regulación y supervisión de las políticas al Estado. El Presidente y el PPE lo hacen, al otorgar recursos a los padres, madres y tutores de las y los estudiantes, olvidando incluso el interés superior de la niñez. Las ayudas directas no se aseguran de que los recursos sean implementados directamente en las niñas y niños, y muchos de estos recursos terminarán en las manos de particulares.

Ninguna beca puede suplantar un sistema de cuidados como ya lo propuso el Presidente, es un error pensar, como ya lo expresó Andrés Manuel López Obrador , que los recursos se pueden utilizar para que “los abuelos cuiden a sus nietos”, cuando muchas de estas personas también requieren que los cuiden. Tampoco es posible que las becas puedan suplantar los programas de escuelas de tiempo completo, en donde se regulariza, se amplían los aprendizajes y se otorgan alimentos nutritivos y de calidad. ¿Cuánto dinero tendría que otorgar el gobierno por cada niño para pagar docentes particulares, actividades extracurriculares, alimentos y, además, un sistema de cuidado? ¿Creen de verdad ustedes que con 840 pesos mensuales o con el doble de esta cantidad se pueden cubrir estos gastos? El PPE, como hasta ahora se ha planteado, se encuentra entre la irresponsabilidad, la fantasía y la propaganda.