No importó la negligencia del ejército para resguardar datos de seguridad nacional que culminó en la filtración más grande de la historia de nuestro país, por no poder realizar a tiempo la correcta licitación de sus sistemas de soporte técnico para equipos, protección en ciberseguridad y firewalls.
No importó que el ejército esté utilizando el software “Pegasus”, para espiar a periodistas, activistas y opositores, porque de nueva cuenta se le olvidó al presidente de la república, su promesa de no repetir una acción de autoritarios y represores, en contra de su propio pueblo.
No importó Ayotzinapa y la información sobre el involucramiento de las fuerzas armadas no solo al grado de la participación de algunos elementos, sino con la fundada sospecha de la utilización de las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, en Iguala, Guerrero, para desaparecer a algunos de los jóvenes normalistas que nos siguen haciendo falta.
No importó el aniversario del 2 de octubre, para recordarle a todos aquellos senadores de Morena y sus aliados, las veces que marcharon gritando consignas en contra de la actuación del ejército en la masacre de estudiantes en Tlatelolco.
No importó, no importan, ni importarán a este gobierno las más de 130 mil personas asesinadas por la violencia durante lo que va del sexenio, que hace de este gobierno el más sangriento de la historia moderna de nuestro país.
No importó que el pleno del senado oliera a miedo emanado de los senadores doblegados por la cooptación ejercida por toda la fuerza del estado mexicano. La amenazas de los altos mando militares se volvieron a hacer presentes y por primera vez se percibió a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, velar amenazas y ofrecer pactos de impunidad a cambio de comprar el voto perredista.
No importó la denuncia de híper centralización de la seguridad pública en México, una daga más al federalismo y, una posición más de sumisión para los gobiernos subnacionales, que tendrán que doblegarse ante el poder central de la presidencia de la República, para como hasta hoy, mendigar seguridad para sus gobernados.
No importó el diagnóstico de pauperización constante y estratégica, de este gobierno, para dejar en los huesos a las policías estatales y municipales de todas las entidades federativas del país a fuerza de recortes presupuestales.
No importó, que la imagen del heroico ejército popular mexicano se este viendo constantemente manchada y cuestionada, por su innecesaria y peligrosa politización.
No importaron las penosas declaraciones y justificaciones del presidente, ante la estoica y valiente Nayeli Roldán de Animal Político, que increpó al mandatario por el espionaje que las fuerzas armadas dirigen hacia comunicadores y defensores de derechos humanos críticos de su gobierno.
Una vez más se dio la espalda a los argumentos que hicieron un llamado desde la máxima tribuna del país a construir una verdadera estrategia de seguridad con el consenso y suma de expertos, activistas y de todas las fuerzas políticas; para bien de todas y todos los ciudadanos, para bien de México.