Era sabido que el nombramiento de Delfina Gómez como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) tenía como objetivo el transmitir un mensaje reivindicatorio con el magisterio al darle la dirección del sistema educativo nacional, por primera vez, a una maestra que ha otorgado su servicio público frente al aula. Algo loable, aunque mal intencionado porque el país sabía que su nombramiento tenía fecha de caducidad; el inicio del proceso electoral en el Estado de México.
Así, uno de los principales temas nacionales y uno de los más afectados por la pandemia, la educación, no ha tenido un proyecto para mejorar los aprendizajes de las y los mexicanos ni para resistir los impactos por el COVID-19; sino uno político para construir una candidatura política partidista. Después de año y medio, en el que la futura candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México ha dirigido la SEP, existen temas pendientes que requieren una atención inmediata que podrían ayudarnos como país para determinar cuál sería el mejor perfil para ocupar un cargo tan importante.
Algo obvio, pero necesario de ser reiterado, la SEP no puede ser un botín político al servicio del poder ni de la clase política en turno. Quien ostente el cargo requiere ser un dique y luchar contra la reducción del gasto público para la educación. Existe una disminución del presupuesto en términos reales y, además, en los primeros meses de 2022 Delfina Gómez se ha dedicado a gastar menos de lo presupuestado. Recordando que, por la poca inversión en educación, la gran mayoría de los recursos se destinan al gasto corriente, dejando de lado una política para mejorar la infraestructura de las instalaciones educativas, causando que 2 de cada 10 estudiantes no cuenten con servicios básicos en las escuelas, de acuerdo con la asociación civil Educación con Rumbo.
El sector educativo requiere alcanzar una inversión del 8% del PIB nacional y no menos del 5% como se está dando hasta hoy, ese hueco está impidiendo el propio crecimiento del país.
En México, las crisis sanitaria y económica está causando que la trayectoria académica de cientos de miles de personas se encuentre en pausa o que haya concluido para siempre. Sin embargo, no existe una política para atender la alta tasa de deserción más allá de lo que Delfina Gómez llamó “la dignificación docente” a través de aumentar los salarios del magisterio y por medio del mantenimiento del programa de Becas del Bienestar. Acciones insuficientes ante las causas de la deserción identificadas por la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación en México, publicada por el INEGI en 2021.
Causas como la pérdida de contacto con los maestros, la reducción de los ingresos de las familias –a pesar de las becas– y la carencia de un sistema de cuidados –lo que impidió que las familias no pudieran estar al pendiente del desempeño educativo de las niñas, niños y adolescentes– no fueron atendidas por la SEP, provocando un déficit educativo sin precedentes. Asuntos relacionados con la baja inversión en infraestructura, la poca profesionalización docente, junto con la falta de herramientas tecnológicas y capacidades con las que cuentan docentes y estudiantes para comunicarse y afrontar los retos a los que se enfrentan dentro y fuera de las aulas.
Quien lleve el destino de la educación en México, tendrá que luchar porque exista un ambicioso programa para recuperar la trayectoria escolar de los ausentes y rezagados. Un programa que no solo se preocupe por no reprobar a nadie, sino que también incluya cursos remediales y de nivelación, así como una revisión de la política Becas del Bienestar, para saber porqué no ha sido efectiva para atender la deserción. Planteando nuevos esquemas de apoyo retomando la opinión de estudiantes y padres de familia.
Por último, es momento de detener el olvido en el que se encuentran las y los estudiantes con discapacidad. No podemos seguir permitiendo la discriminación, como lo han denunciado Mexicanos Primero y la plataforma YoTambién, ante la reducción del 95% del gasto destinado a la educación especial. El relevo de la SEP debe dar respuesta rápida y efectiva a todas estas carencias y omisiones, para que ningún estudiante se quede atrás.