Las cifras de la “ruta de la deserción” publicadas por EL UNIVERSAL el lunes pasado, en las que se señalan que sólo 26 de cada 100 alumnos que inician la educación primaria concluyen una carrera universitaria, reflejan la mala planeación del sistema educativo nacional, así como la escasa inversión y la poca organización para el futuro que nuestro país ha tenido en al menos los últimos 20 años. El futuro son la educación y los jóvenes; pues dependiendo de lo que se nos enseñe y se nos capacite en nuestra niñez y juventud será lo que podremos construir en el futuro, pues no se puede pedir más de lo que se nos ha dado.

La educación transforma el mundo, para bien y para mal, pues es la base en la cual se crean objetivos comunes nacionales y globales; así como determinamos el tipo de personas y profesionistas que queremos generar. La educación tiene el objetivo de desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, entre las cuales se encuentran las capacidades cognitivas, socioemocionales y físicas, que nos permiten alcanzar nuestro bienestar. Por tanto, de nada nos sirve soñar en un México justo, libre e igualitario, si no nos preparamos para lograr que esto sea una realidad. Parafraseando a Paulo Freire, el voluntarismo nunca hizo ninguna revolución, la transformación social se hace con ciencia, conciencia, humildad, creatividad y coraje.

Podemos hacernos ilusiones de que en el futuro nuestro país producirá lo necesario y todas las personas podrán cubrir la canasta básica, imaginar un sistema de salud de calidad, un país en donde existan trabajos y salarios dignos. Sin embargo, esto no será posible si no nos preocupamos por cómo vamos a mejorar y transformar la agricultura a través de la tecnología e innovación; cómo y con qué productos mejoraremos la nutrición de la población, utilizando la menor cantidad de agua potable y sin depredar los ecosistemas; cómo lograremos acceder a la salud si en México existe un grave déficit de médicas y médicos –tanto generales como en especialidades–, si no apostamos por el crecimiento de una industria farmacéutica nacional y no estamos dispuestos a fortalecer los centros de investigación y las universidades.

Cómo esperamos obtener mejores salarios si no invertimos hoy en las profesiones del futuro y en actualizar nuestros conocimientos a lo largo de toda nuestra vida laboral. La mala planeación educativa del presente y del pasado, es una de las causas por las cuales hoy, 6 de cada 10 trabajadores en México, ganan de uno a dos salarios mínimos, un tope salarial que raya en la explotación. Es lamentable que en 2022 el gasto público para la educación será el más bajo de los últimos 12 años, de acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria; en el mismo sentido, México Evalúa reveló que, en el primer cuatrimestre del año, el gasto de la Secretaría de Educación Pública tuvo un retroceso tan grande que volvió a niveles de gasto similares a los de 2011.

La educación no es un costo es una inversión, por ello la UNESCO considera el conocimiento y el aprendizaje como los mayores recursos renovables de los que dispone la humanidad. Nunca es tarde para crear un nuevo proyecto educativo nacional, un modelo donde nadie se quede atrás, con suficiente cobertura e inclusión, un proyecto a largo plazo que acompañe a las y los niños y juventudes de hoy, para que logren construir y desarrollar los empleos del mañana. No basta con imaginarlo, hay que invertir todo lo necesario para organizar el futuro de México.

P.D. Me alegra mucho la liberación de José Manuel del Río Virgen, preso político en el penal de Pacho Viejo, durante 177 días. La detención ilegal de del Río, fue orquestada por el gobernador de Veracruz, apoyada por un legislativo cómplice y por jueces que actúan por consigna, a través de acciones represivas y autoritarias. Los tres poderes y la fiscalía veracruzana se han mostrado extremadamente sensibles a la crítica y a la rendición de cuentas, son incapaces de aceptar que cometieron una injusticia. La justicia federal le dio la razón y se demostró su inocencia, José Manuel, bienvenido de vuelta al Senado.

Senador de la República

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