El ejercicio del Poder, más allá de pensar que es un cheque en blanco por haber ganado las elecciones legítima y democráticamente, requiere del diálogo y la autocrítica para no distanciarse de la ciudadanía y de la realidad. La polarización política genera lo contrario, impide el análisis de la complejidad de los problemas y promueve una disciplina partidista, dejando de considerar que alguien más, además de mí y mi círculo cercano, pueda tener razón.
Este es un problema que estamos generando todos los grupos políticos, cada día más distantes, no sólo por razones ideológicas sino también por sesgos que a veces parecen rayar en la intolerancia. Tanto la 4T, como los gobiernos de otros partidos, tienen en común que sus acciones se están rigiendo bajo la frase “están conmigo o contra mí”, buscando obtener la mayor cantidad de cargos públicos y bajo la teoría de que el fin justifica los medios.
Ante la dificultad de las partidocracias para dialogar, una buena práctica política es considerar la opinión de las y los expertos, retomada a través de Parlamentos Abiertos y la participación de la ciudadanía en la gobernanza de las instituciones públicas. Sin embargo, los ejercicios parlamentarios para recabar las opiniones se han convertido en simulaciones que no cumplen con su función, aprobando las Leyes sin mover una coma y manteniendo las decisiones en cúpulas políticas y en intereses personales o económicos.
De esta forma, la autocrítica es inexistente, pues se adoptan posturas definitivas que poco tienen que ver con las evidencias y hay un retroceso autoritario y centralista que priva la participación de la ciudadanía en las decisiones públicas, por ello, el interés de desaparecer los organismos técnicos , de supervisión y consejos consultivos, que pueden ponerles freno a decisiones poco objetivas y sin sustento científico.
En un país polarizado y condicionado a lealtades políticas en la toma de decisiones que pueden beneficiar y afectarnos a todos, lo más sensato es hacerle caso a las y los expertos. Démonos cuenta de que abrazar una postura sin abrirnos a la posibilidad de que podemos estar equivocados, es una salida falsa basada en nuestras emociones, pero que no representa ninguna solución objetiva ante los problemas que nos aquejan. Un cambio de timón político; de la ceguera de la polarización, a la plena utilización de las personas y organizaciones más brillantes.