Después de la Segunda Guerra Mundial, el filósofo Karl R. Popper escribió el libro “La sociedad abierta y sus enemigos”, en donde expone la conmoción de nuestra civilización al no haber superado completamente la transición de lo que él define como una sociedad cerrada o tribal, a una sociedad abierta, que equivaldría a lo que hoy llamamos democracia liberal.

En su texto, Popper nos lleva a revisitar la historia de la mano de Tucídides para analizar un periodo de la Grecia antigua, cuna de nuestra civilización occidental, del conflicto entre los partidarios de la democracia, contra el partido oligarca griego. En el que este último, despreciando la democracia conspiraba con los enemigos de Atenas, los Espartanos, fraguando la abolición de la primera forma de gobierno democrático.

El filósofo de la política narra así las peripecias que enfrentó Temístocles para empujar políticamente la conclusión de las defensas griegas de sus puertos. La nación Griega, como primera potencia en dominar el mar, abrió su sociedad a partir de sus puertos, en donde el comercio, la diversidad cultural, el conocimiento y la economía florecieron como nunca antes.

Y los oligarcas, como lo que son, postraron por encima de la Patria, sus intereses. Fraguaron como huérfanos una y otra vez traición a la madre que les vio nacer, no importando que los enemigos mancillaran su suelo. Era más su odio al demos y al kratos, que el amor de ser parte de la ficción humana que más certeza ha traído a nuestra civilización: un pedazo de tierra compartida al que se pueda llamar hogar.

Karl Popper era un ferviente crítico del totalitarismo, así como un defensor y promotor a ultranza de la democracia. Un agudo observador de su tiempo, que vio en la propaganda Nazi, un tipo de equivalencia a la actitud mágica de las sociedades tribales. El día de hoy, las guerras de la desinformación (con todo y sus fake news) serían un claro ejemplo de la nostalgia por lo tribal, al negar que la tierra sea redonda o que las vacunas contra el COVID 19 no sirvan a nuestro cuerpo. En la era de la posverdad, el hombre se sentencia a sí mismo a vivir en la ignorancia con las recompensas que dan las certezas como prisión.

Hace un par de semanas, en medio de la peor crisis de credibilidad de la administración del presidente López Obrador por los escándalos de posibles casos de corrupción y conflicto de interés de unos de sus hijos, el grupo parlamentario de Morena en el Senado suscribió un texto en apoyo al presidente definiéndolo como “la encarnación de la nación, la patria y el pueblo”.

Qué necesario leer, revisitar y reflexionar sobre esto que Popper analizaba: el tribalismo de los legisladores morenistas reflejan la crisis que vive nuestro país y las democracias liberales en el mundo, al reducir la pluralidad de una sociedad como la mexicana en la figura de su líder.

Los creyentes y defensores de la democracia tendremos, como Temístocles, que asegurar y fortificar las murallas de nuestras libertades, de la verdad y de la pluralidad que hacen de nuestra nación, la patria que abraza a todos sus hijos por igual.

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