El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, arremetió nuevamente contra la Universidad de Guadalajara (UDG) y mantiene la llama de un conflicto que no debería de existir. Con la campaña “Amores son Obras”, el gobernador intenta engañar a la sociedad jalisciense al simular su apoyo a la UDG, pero manteniendo los recortes presupuestales que ha emprendido en contra de la máxima casa de estudios de Jalisco. Y, si en verdad se creyera que los amores son obras, Alfaro ama poco a la UDG, pues en 2022 recibirá el menor presupuesto para infraestructura educativa que se ha dado en los últimos años.

El nuevo conflicto, acompañado con recortes presupuestales inicia en el 2021 cuando el gobernador de Jalisco instruyó al Congreso del Estado –vulnerando la separación de poderes– la remoción ilegal de un presupuesto de 140 millones de pesos, etiquetados y comprometidos con la UDG, para la construcción de uno de los museos más importantes en América Latina en su tipo, el Museo de Ciencias Ambientales. Este Museo, se desarrolla en el Distrito Cultural Universitario (DCU) de la UDG, un complejo cultural y social, único en su tipo en el continente, que articula centros universitarios, escuelas de arte, parques mediáticos, temáticos y arqueológicos, la Biblioteca Pública de Jalisco, el Auditorio Telmex, el Centro de Artes Escénicas Santander, la Cineteca, así como áreas deportivas y residenciales.

Alfaro retuvo los recursos para el Museo en el marco de la pasada contienda electoral en Jalisco y a manera de reclamo por las críticas que académicos de la UDG habían hecho en temas de abasto de agua, adquisición de deuda, aumento en el costo de la vivienda por la especulación que generan los carteles inmobiliarios en el Área Metropolitana de Guadalajara, incremento en el número personas desaparecidas y feminicidios, entre otros. Problemas que nos afectan a todos y que son estudiados y atendidos por los universitarios en su trabajo cotidiano a través de la elaboración de diagnósticos, propuestas de mejora, así como por el trabajo de extensión que realiza la UDG en todos los municipios de Estado.

A pesar de los malos tratos que Alfaro ha tenido con la UDG, fue la labor de los universitarios, así como la estrategia de los infectólogos e investigadores de las áreas de salud y de los Hospitales Civiles de Guadalajara, quienes lograron una de las mejores intervenciones nacionales para atender los impactos del COVID-19, haciendo todo lo que estuvo en sus manos para atender con calidad técnica, científica y humana, a todas las personas que necesitaron un respiro durante la pandemia.

El gobernador ha afirmado que no se dará un peso más para el Museo y el DCU, llamándolos “negocios personales” y criticando al presidente de la Fundación UDG, quien también fue el creador e impulsor del DCU y de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Raúl Padilla López. Esto, aún cuando sabe perfectamente que el DCU es parte de la infraestructura pública de la zona metropolitana de Guadalajara –con patrocinios privados para hacerlo sostenible– y, la FIL, es el mayor espacio abierto al pensamiento que gracias al trabajo y visión de su presidente es considerada la mayor reunión del mundo editorial en español.

Es lamentable cómo el gobernador utiliza “Amores son obras” como una estrategia política y publicitaria surgida por la crisis de popularidad que padece el mandatario jalisciense. Recordando cómo, en esta parte de su mandato, Enrique Alfaro se encuentra entre los cinco gobernadores peor calificados del país, compartiendo espacio con los gobernadores morenistas Cuauhtémoc Blanco y Miguel Barbosa. Estrategia que, además de inmoral, está destinada al fracaso.

¿Por qué? Porque a diferencia de la poca popularidad del gobernador de Jalisco, todas las encuestas que miden la confianza en las instituciones ponen a los maestros y a las universidades públicas dentro de los primeros lugares, por lo que se les considera que ostentan una fuerte calidad moral frente a la ciudadanía.

Por tanto, el gobernador se equivoca al colocar a la UDG como su “enemigo imaginario” y al pensar que por medio de atacar a la universidad podrá volver a recuperar la confianza ciudadana, más aún, cuando utiliza una narrativa que no puede sostenerse por las mentiras en las que se basa. Sería más eficaz que el Gobernador se enfocara en atender cualquiera de los muchos problemas que existen en Jalisco, que son los verdaderos enemigos de la entidad y los causantes de su baja popularidad.

La campaña “Amores son Obras” seguirá, tiene la lógica de mentir una y otra vez, para intentar engañar y ocultar la verdad. Pero como el amor es verdad, la sociedad jalisciense y la comunidad universitaria no dejan de ver en los hechos el falso amor del Gobernador. Y la UDG, conformada por hombres y mujeres que, con sus conocimientos, amor por la ciencia, al pensamiento crítico y a la verdad, que se baten para formar a los mejores ciudadanos que cambian y transforman al país día con día, difícilmente olvidarán los malos tratos.

En tiempos en donde la madre de todas las batallas es la de la verdad científica y el conocimiento, contra el oscurantismo y la mentira, retomando a José Woldenberg y a Silva Herzog-Márquez, el gobernador de Jalisco que hizo años campaña como progresista; ya sea mal asesorado o por decisión propia, hace la elección equivocada y escoge mal bando en esta lucha.

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