Los #SedenaLeaks confirmaron lo que organizaciones sociales han denunciado por décadas, el #EjércitoEspía e interviene comunicaciones a pesar de ser una actividad prohibida para la misma institución castrense. Lo más grave, vigila y acecha a quienes critican al poder en turno, presumiendo que son enemigos de la nación, bajo su óptica sesgada y selectiva. En esta lógica, el ejército en este sexenio y en los anteriores, ha realizado actividades de vigilancia ilegales en contra de aquellas y aquellos que, sin importar el partido en el poder, alzan la voz ante las injusticias y luchan para mejorar la vida de la ciudadanía: activistas, periodistas y defensores de derechos humanos, engrosan la lista.
A través de los reportes que han ido surgiendo de los 6 Terabytes de información hackeados por el Grupo Guacamaya, hoy sabemos que la inteligencia del ejército mexicano sigue las actividades y considera objetivos prioritarios para garantizar la seguridad nacional –única función que el ejército debería de tener– a colectivos feministas, a los padres y madres de menores con cáncer, a colectivos de víctimas de la violencia, periodistas, organizaciones y, personas defensores de derechos humanos y del medio ambiente. De este modo, quienes hemos señalado los peligros de la militarización tenemos argumentos para decir que las fuerzas castrenses malgastan recursos en criminalizar la disidencia, además de hostigar y espiar a quienes exigen paz y justicia.
Dentro de estos grupos y personas que han sido investigadas se encuentra el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y Javier Sicilia. Conozco a Javier desde hace más de una década y simpaticé y colaboré con el MPJD desde su surgimiento. Siempre condenaré cualquier agresión hacia Javier, como amigo, maestro de lucha y como una de las figuras que ostentan la mayor calidad moral de este país, tanto por ser una víctima que convirtió su dolor en causa encabezando un movimiento nacional, como por su profundo pensamiento y convicción pacifista manifestado en todo lo que escribe.
El colectivo y el poeta, ya acostumbrados lamentablemente a ser espiados y criminalizados por los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, no les sorprendió saber que Andrés Manuel López Obrador, ha seguido los pasos de sus antecesores. Pero, han puesto sobre la mesa una perspectiva distinta de esta grave práctica de gobiernos autoritarios y represores: las investigaciones del ejército son torpes e imprecisas y, la muestra del porqué la estrategia de seguridad centrada en sus intervenciones son un absoluto fracaso.
Los #SedenaLeaks son preocupantes por la negligencia del ejército para resguardar datos de seguridad nacional que culminó en la filtración más grande en la historia de nuestro país, pero también porque el ejército a pesar de lo que sabe, deja de hacer e intervenir ante la corrupción y la violencia. Las filtraciones son graves porque confirman lo que se ha dicho reiteradamente, existen diversos gobiernos de partidos políticos distintos que están coludidos con la delincuencia organizada. Son preocupantes porque el ejército denuncia y comparte información con las fiscalías, pero estas a su vez, no hacen nada ante ello. Estas filtraciones deben alertarnos, como ya lo denunció el MPJD y el propio Sicilia, respecto a los peligros de que las investigaciones del ejército no sean objetivas, racionales ni eficaces, sino que más bien se basen en las filias y fobias de sus altos mandos.
Como si fuese un ejército ogro, una figura insociable, de mal carácter y de gran poder, que ante las “amenazas” actúa sin reparo, con torpeza y violencia. Esta institución que, ante el incremento de su poder económico y político otorgado en este sexenio, ejerce una presión activa hacia quienes cuestionan la militarización del país y hacia quienes consideran que pueden dañar la figura presidencial y al partido en el poder y, recordando que el Ejecutivo ha estado igualmente representado por el PRI, el PAN y Morena, en personas como Díaz Ordaz, Echeverría, Salinas de Gortari, Calderón, Peña Nieto o López Obrador ¿De verdad conviene seguir dándole rienda suelta al ejército? o mejor convendrá aumentar el contrapeso civil sobre él.
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