La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP 26 y en la cual participan 197 países, se está llevando a cabo en la ciudad de Glasgow, Escocia, acaparando una buena parte de la cobertura noticiosa debido a las diversas declaraciones y compromisos que se van asumiendo respecto a la atención que la crisis climática requiere.

Más allá de los compromisos que están asumiendo los países participantes, la COP 26 se deberá debatir en la diversidad de visiones y posturas, con el objetivo claro de evitar el colapso de los ecosistemas de nuestro planeta y proveer un mejor futuro para las personas que vivimos en él.

Las y los activistas más jóvenes y las comunidades indígenas exigen medidas drásticas e inmediatas, así como cambios de paradigmas económicos y de consumo para que el planeta pueda regenerarse. Frente a ellos, se encuentran otras visiones de líderes políticos y empresariales que piensan en términos económicos y que buscan cómo seguir explotando a nuestro planeta sin que este colapse, pero sin dejar de seguir obteniendo ganancias.

Para la joven activista Greta Thunberg, así como para cientos de organizaciones ambientalistas, la Cumbre debe provocar acciones en el presente y no a futuro o con un horizonte que parezca lejano, pues si se sigue creyendo que tenemos aún tiempo para detener la crisis, continuará el aumento de la temperatura global y la destrucción de los ecosistemas.

En palabras de Thunberg, la COP 26 se ha convertido en "una celebración del bla bla bla" y un festival del lavado de imagen de los países del norte del planeta. Esto, debido a que los acuerdos a los que se llegan se convierten en cartas de intención que no se cumplen y que no presentan calendarios respecto a su cumplimiento. De esta forma, cuando llega el día de rendir cuentas respecto a las acciones realizadas, queda claro que solo fueron pronunciamientos publicitarios y demagógicos.

En este sentido déjenme dar un ejemplo: en la llamada Declaración de Nueva York sobre los Bosques en 2014, 30 países se comprometieron a reducir a la mitad la pérdida anual de bosques naturales, entre los cuales estaban naciones de la Unión Europea, Japón y los Estados Unidos. Sin embargo, desde la firma de la declaración hasta el 2020, las áreas destruidas de los bosques aumentaron alrededor de un 40%.

Si algo ha caracterizado a los políticos y empresarios que participan en la COP 26, es no alcanzar los compromisos o simular que se llevarán a cabo acciones respecto a la crisis climática. México, por ejemplo, puede firmar la declaratoria de bosques y uso de la tierra que se firmó en la COP 26 y por otro lado continuar apoyando el fracking (aunque el Presidente López Obrador se comprometió a detenerlo), el uso del combustóleo y la reactivación del sistema de plantas termoeléctricas, entre otras. O como el terrible caso de Sembrando Vida: una simulación de reforestación que ha generado tala indiscriminada en Campeche, plantación de especies no nativas en Chiapas, y que ha promovido incendios, sobreexplotación de tierras y cambios de uso de suelo, para poder acceder al programa.

La COP 26 se me asemeja a un diálogo entre muchas “Gretas Thunberg” y muchos “López Obrador”; por un lado, una joven congruente que ha cambiado sus hábitos de consumo y de vida para dejar la menor huella de contaminación posible, consciente de que su generación y las que siguen, sufrirán los efectos del cambio climático si no se toman medidas radicales para evitarlo. Por el otro lado, un político que no acude a la COP 26, que miente diciendo que sus acciones apoyan el medio ambiente y que incluso se defiende diciendo que sus ideas de reforestación son las más importantes del planeta, pero que en la realidad promueve el uso de energías sucias, desestima el activismo ambientalista y que, incongruentemente, redujo los presupuestos para el desarrollo forestal sustentable, para la conservación y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre y para la conducción de la política energética verde y sustentable.

Yo les preguntaría a todos ustedes, ¿de qué lado queremos estar?

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