El rumor sobre la liberación de Ovidio Guzmán el pasado 23 de junio, junto con el arresto de su hermano Joaquín Guzmán y de Ismael Zambada García el día 25, podría indicar el acuerdo más grande en la historia entre un grupo de narcotraficantes mexicanos y la justicia norteamericana. La profunda polarización política en las elecciones estadounidenses está generando situaciones sin precedentes. Es evidente que estas detenciones pueden beneficiar al capital político del partido demócrata, que hoy gobierna. En el peor de los escenarios, disminuye parcialmente el discurso beligerante que Donald Trump ha mantenido sobre el tema en las últimas dos semanas.
A diferencia de otros capos como Escobar, Félix Gallardo, “El Chapo” Guzmán Loera, “El Mayo” mantuvo un perfil bajo durante casi cinco décadas. Esto le permitió seguir operando sus actividades criminales sin ser el foco de atención principal de las autoridades mexicanas y estadounidenses. Pero todo esto cambió con los escándalos de la fuga y captura de “El Chapo” Guzmán y de sus hijos, así como con el culiacanazo en octubre de 2019 y, principalmente, con la enorme crisis de salud convertida en una de carácter político que ha provocado el fentanilo en Estados Unidos. Esto llevó a Ismael Zambada a tener una incómoda notoriedad nunca deseada en décadas, situándose en 2021 como el narcotraficante más buscado del mundo, por encima de Nemesio Oseguera.
Es evidente el contacto de Zambada con la justicia estadounidense debido al antecedente de negociaciones con las autoridades norteamericanas, ya que en los últimos 15 años sus hijos Vicente, Ismael y Serafín y su hermano Vicente han sido detenidos en diversas fechas en Estados Unidos. Las circunstancias del arresto, junto con el hecho de que Joaquín Guzmán López también fuera detenido, hacen que sea absurdo pensar que no fue una entrega negociada tras largas discusiones. Esta detención era altamente deseada por las autoridades norteamericanas desde la década de los noventa y su valor ha aumentado con el tiempo debido a la gran cantidad de información que posee Ismael Zambada.
Esta “detención” es inesperada porque muchos en México creíamos que la detención o entrega pactada de Ismael Zambada era muy compleja, dado el radical cambio de rumbo en el combate al narcotráfico y crimen organizado en general en nuestro país. Seguramente estos arrestos han generado en México preocupación en algunos sectores institucionales locales y federales. Parte del valor de las negociaciones del gobierno estadounidense con estos grandes capos, además de la entrega negociada de una parte de su patrimonio, radica en la información sobre actores políticos, gobernantes, y funcionarios de las áreas de seguridad, procuración y administración de justicia, así como militares en las zonas con mayor presencia de sus actividades criminales.
Hasta antes de finalizar esta columna, el gobierno mexicano no ha emitido ningún pronunciamiento respecto a la captura de los capos de la droga. Resulta sumamente interesante conocer cuál será la estrategia de comunicación del presidente Andrés Manuel López Obrador, ¿acaso comentará que nuestro gobierno participó de la entrega de los narcotraficantes? ¿Quién cantará victoria?
Exsecretario de Seguridad Fundador de AC Consultores