“¿Por qué habríamos de cambiar la estrategia de seguridad, si hoy nos está dando resultados? ¿Quién cambiaría la estrategia de seguridad, si en cinco años hemos bajado 24 por ciento la incidencia delictiva y 80 por ciento los secuestros en nuestro país? ¿Cómo cambiar la estrategia de seguridad?”, declaró en el Senado la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde.
En medio de un escenario nacional que continúa siendo sumamente complejo y desafiante, es imperativo que reflexionemos sobre la situación de la seguridad en nuestro país y las posibles soluciones que debemos abordar de manera conjunta. Las palabras de la destacada funcionaria del gobierno actual no gozan de veracidad, pero no podemos permitir que pretextos y excusas se conviertan en obstáculos infranqueables para enfrentar la problemática de manera efectiva. La Constitución es clara en su mandato de que cualquier ciudadano puede intervenir para evitar actividades ilegales, y esto incluye a las autoridades municipales y estatales. La responsabilidad no puede residir únicamente en el ámbito federal.
Para resolver la crisis de seguridad es fundamental realizar un análisis exhaustivo de nuestras instituciones. ¿Cuántos policías operan en nuestras ciudades y zonas metropolitanas? ¿Qué capacidad tienen nuestras unidades de investigación para resolver delitos? ¿Nos acercamos a la tasa de resolución de homicidios recomendada a nivel internacional? Estas preguntas deben ser respondidas con honestidad y claridad para que los ciudadanos puedan exigir a las autoridades que cumplan con sus obligaciones de manera más efectiva.
El cambio de titulares no siempre garantiza una mejora sustancial, pero sí es esencial establecer metas específicas para los responsables de la seguridad pública.
La complacencia y la resignación no pueden ser una opción. Aquellos que se han convencido de que no pueden superar un determinado "techo" deben ser reemplazados por líderes comprometidos y dispuestos a buscar soluciones, no excusas. La visión empresarial y ejecutiva, aplicadas a las instituciones de seguridad, pueden aportar elementos valiosos, como la evaluación constante del desempeño policial. Es imperativo motivar a los agentes y convertirlos en verdaderos héroes urbanos. La pregunta clave es si estamos aprovechando al máximo los recursos disponibles: personal, armamento, vehículos y tecnología. Obviamente no y la respuesta a estas interrogantes puede ofrecer un camino para enfrentar la problemática de la seguridad en México.
Es innegable que en momento histórico que vivimos dista de lo que deseamos para nuestro país. La seguridad, o la falta de ella, es un problema que nos afecta a todos, por lo que no debemos permitir que la desesperanza nos paralice. La colaboración ciudadana y la acción coordinada, técnica, objetiva y transparente pueden allanar el camino hacia un México más seguro y justo.
Reconozcamos que, hasta ahora, no hemos hecho lo suficiente y que el desafío es muy grande; sin embargo, aceptemos también que todavía hay tiempo para cambiar el rumbo. No debemos conformarnos con un país que no refleje nuestros valores y deseos. A través de un esfuerzo conjunto y comprometido, podemos lograr el regreso de la paz y la tranquilidad a nuestras comunidades. Recurramos a la voluntad política. La tarea es monumental, más no insuperable. Depende de nosotros, como sociedad, tomar el control de nuestro destino y cambiar el rumbo del país que le dejaremos a las generaciones futuras. Las instituciones de México se antojan inválidas y necesitan de nosotros los ciudadanos para encaminarse hacia el rumbo correcto.
Habría que recordarle a titular de la Secretaría de Gobernación que en un 81% del territorio nacional existe la presencia del Crimen Organizado; y que un 86% de la población, es decir: 108 millones de personas, viven en riesgo en sus comunidades por la presencia del crimen. Así pues… ¿para qué cambiar la estrategia?
Exsecretario de Seguridad
Fundador de AC Consultores