Ante las diatribas que ya escuché respecto a la columna de la semana pasada, apunto lo siguiente: por supuesto que existe un ejemplo a seguir en materia de la procuración de la justicia y el combate a la violencia, el estado de Yucatán rompe con la media nacional. Cuenta con una clase política que no trastoca la parte técnica, lo que ha permitido una solidez institucional, desarrollada durante las últimas dos décadas. En materia de seguridad, hay que “yucatanizar” a México.

Sobra decir que, como tijuanense, me ofenden y avergüenzan los niveles de violencia en mi Ciudad. Con 2,050 homicidios dolosos tan sólo en el 2022, lo que representa una tasa de 107 homicidios por cada 100 mil habitantes; esto es casi cuatro veces un promedio más alto que en el resto del país, y 17 veces superior al promedio mundial. Con esto, Tijuana se coloca como una de los municipios más violentos del Orbe.

Por otra parte, el 17 de enero, 26 de abril, 12 de julio, 17 de junio, 14 y 25 de agosto del año pasado, de forma espectacular se anunció la llegada de centenares de elementos de la guardia nacional y elementos castrenses a nuestro municipio fronterizo. Y, como lo afirmé en otras ocasiones, la presencia marcial no ha contribuido a la reducción delictiva, sino que, al contrario, la tendencia de homicidios del año en curso es superior al mismo periodo del año anterior.

Probablemente, al último día de diciembre se contabilicen nuevamente cerca de 2 mil homicidios. Esto tiene una implicación devastadora, Tijuana, siendo el municipio más poblado del país, con 1.9 millones de habitantes tiene siete veces más asesinatos que España e Italia, y tres veces más que Alemania. Pero no vayamos tan lejos, la ciudad vecina de Tijuana, en San Diego, California, Estados Unidos, con 3.32 millones de habitantes tuvieron 118 homicidios durante el 2021, eso significa que, con el simple hecho de cruzar la frontera San Diego-Tijuana, el riesgo de ser asesinado se incrementa en 19 veces.

No resulta nada alentador que la aplicación de la ley y la justicia en nuestro país respecto al delito de homicidio se tan deficiente, lo que es causa y fundamento de nuestra tragedia nacional ya que, delito que no se castiga, es un delito que se vuelve a repetir. Según datos de la organización Impunidad Cero, en el año 2018, solamente el 11% de los homicidios se resolvieron en nuestro país, es decir, de cada 10 solamente un homicidio logró un resultado efectivo en términos de procuración y administración de justicia.

Una solución loable sería: en principio arrebatarle a la política partidista las decisiones fundamentales en materia de seguridad. Por otra parte, apostaría por generar un programa o un plan maestro a 15 años que involucre a todos los sectores de nuestra sociedad, que contemple el diseño y la aplicación de una estrategia inteligente, técnica y sólida que trascienda a este gobierno, en todo caso a los próximos dos gobiernos con sus respectivos sexenios, avalados y evaluados por la ciudadanía. Sólo así, y únicamente así, lograremos que la vida tome de nuevo su lugar en nuestra sociedad, que la vida gane espacios, genere la paz que necesitamos para hacer de México un país donde el miedo no anide. No tengo duda, si se puede.

Fundador de AC Consultores

Ex secretario de Seguridad Publica

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