El caso de Paola Bañuelos Flores, una joven de 23 años encontrada sin vida en Mexicali, Baja California, es un crudo recordatorio de la crisis de violencia de género que persiste en México. Paola, al abordar un taxi de aplicación, se convirtió en una víctima más de esta ola de feminicidios. Sergio N, el conductor de Didi y principal sospechoso del homicidio, se ha entregado a las autoridades. Este caso, que conmueve a todo el país, es solo una gota en el mar de dolor que azota a miles de familias mexicanas.
Por otra parte, las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) son extremadamente alarmantes: desde el inicio del gobierno de López Obrador, más de 20,404 mujeres han sido asesinadas, lo que equivale a un promedio de entre 10 y 11 mujeres asesinadas al día. Cada año de este sexenio, se han cobrado la vida de alrededor de 3,500 mujeres, dejando una profunda huella de violencia y luto en el país.
En el actual sexenio resulta preocupante que solo el 25% de los casos de mujeres asesinadas en este sexenio estén clasificados como feminicidios y se investiguen bajo este protocolo. Esto evidencia una subnotificación significativa y una brecha en la atención integral de estos crímenes. Hasta enero de 2024, la administración de AMLO sumaba 4,817 carpetas de investigación abiertas por feminicidio; así pues, el Estado de México se posiciona como la entidad federativa con el mayor número de feminicidios, seguido por Nuevo León, Veracruz, Ciudad de México y Jalisco.
En el caso de Baja California, por desgracia, el clima de violencia sigue siendo un problema grave. Recientemente, el estado ha sido testigo de dos crímenes atroces contra mujeres, lo que demuestra que el hecho de que una mujer esté al frente del actual gobierno estatal no garantiza la puesta en marcha de programas que prioricen la seguridad ni el bienestar de las mujeres. La gobernadora de Baja California ha perdido una oportunidad histórica de demostrar un liderazgo efectivo en materia del cuidado para las mujeres, lo que ha generado una pérdida de confianza por parte de la población femenina en el estado hacia el gobierno en turno.
La tragedia de Paola Bañuelos Flores nos confronta con la cruda realidad de la violencia feminicida en México. Cada mujer asesinada es una vida arrebatada, una familia destrozada y una sociedad fracturada. Es imperativo que actuemos ahora para erradicar esta lacra que ensombrece nuestro país. La violencia de género no es un problema aislado, sino una crisis sistémica que requiere una respuesta integral y multidisciplinaria.
Así pues, por romántico que parezca, aunque debe ser un deber cívico, es fundamental invertir en educación con perspectiva de género. Desde la infancia, debemos cultivar valores. Los programas educativos deben incluir contenidos sobre prevención de la violencia [desde el núcleo familiar], derechos humanos y sexualidad integral. También, la recolección y análisis de datos precisos son fundamentales para diseñar políticas públicas efectivas.
La llegada a la presidencia de Claudia Sheinbaum permite romper el silencio, denunciar los casos, exigir justicia y construir un México donde todas las mujeres puedan vivir libres de miedo. Y lo más importante, también toca a las mujeres no defender, cuando así ocurra, a sus propios familiares que, en ocasiones, son los primeros violentadores. El silencio es la peor estrategia de prevención.
Exsecretario de Seguridad
Fundador de AC Consultores