La llegada del huracán Otis a Acapulco no solo trae consigo la devastación causada por el fenómeno natural, sino que también pone de manifiesto una situación que ha estado afectando a la ciudad mucho antes de que las nubes oscuras de Otis se cernieran sobre la región. La presencia descontrolada de la violencia en la zona había convertido a Acapulco en un lugar peligroso mucho antes del huracán, y la gobernadora Evelyn Salgado no ha logrado contenerla.
Hoy, con la llegada de Otis, el panorama se antoja ideal para que el crimen organizado asuma el control, no solo de la organización ciudadana, sino también de la reconstrucción. Apenas a una semana de la llegada del huracán, las carreteras y las comunidades que conducen hacia Acapulco están siendo testigos de la presencia de grupos delictivos que asaltan e intimidan a la población local, dicho por los civiles y, debe decirse, que debe hacerse una eficaz labor de inteligencia y discernimiento para eliminar la gran cantidad de información falsa que ha surgido en estos días.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reafirmó que se establecerán cuarteles con 250 elementos de la Guardia Nacional en colonias de Acapulco con más viviendas para garantizar la paz y la tranquilidad de la población. La pregunta que queda en el aire es si esto será suficiente para calmar los temores de la ciudadanía. Recordemos que Acapulco ya se situaba entre las 10 ciudades más violentas del mundo antes de la llegada de Otis; y según el último informe del Gabinete de Seguridad presentado en octubre en Palacio Nacional, Acapulco ahora ocupa la preocupante posición de ser el tercer municipio más violento de México. En esta clasificación, únicamente es superado por Tijuana, Baja California, y Ciudad Juárez, Chihuahua. Los datos reflejan una realidad alarmante donde la violencia persiste como un desafío significativo en la ciudad de Acapulco.
El escenario que se vislumbra es el de una red criminal que se tejerá ante los ojos de las instituciones de seguridad, como la Marina y el Ejército. No afirmamos que las instituciones formarán parte de una nueva recomposición del crimen, pero estarán conscientes de su existencia. La reestructuración del crimen organizado podría venir de afuera hacia adentro, y no debería sorprendernos si los grupos como el Cártel de Sinaloa, el Cártel Independiente de Acapulco, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), los Ardillos, el Cártel del Sur, Guerreros Unidos, la Familia Michoacana, y el grupo de los Beltrán Leyva, entre los 14 grupos delincuenciales que ya se disputan la zona, ven surgir células criminales que buscan reclamar espacios, regiones y capitales generados a partir de la reconstrucción.
Guerrero y Acapulco, por desgracia, se han convertido en una metáfora del México contemporáneo, donde lo que antes se sostenía en pie hoy se ha derrumbado. El crimen organizado ya opera en 69 de los 81 municipios de la región y un 73% de la población percibe que la inseguridad como un factor de riesgo. A medida que nos acercamos al 2024, el horizonte se torna endeble el estado. La obviedad de las elecciones lo enturbiará todo aún más. Será interesante observar si los partidos políticos se ven tentados a pactar con las células criminales en busca de favores que, en el actual contexto, puede ser toral. Habrá que poner atención en el posible surgimiento de líderes sociales que tengan en el crimen organizado la fuerza económica para ganar espacios en los cabildos locales.
La situación en Acapulco es crítica y merece una atención urgente. La crimen organizado, que debe ejercer la tarea para la que fue electa, y las autoridades deben trabajar incansablemente para devolver la seguridad y la estabilidad, y asegurarse de que la crimen organizado sea un proceso transparente y libre de influencias criminales.
Exsecretario de Seguridad
Fundador de AC Consultores
