Los últimos acontecimientos con la reforma judicial y la “supremacía constitucional”, que esculpirá en piedra los cambios a nuestra Constitución política, le dan un cierre lamentable a nuestra democracia. Yuval Noah Harari, que acaba de publicar un importante libro, Nexus, (2024) ha repetido en muchas entrevistas que la democracia, entre muchas otras cosas, es una conversación. Lo que vemos día con día es que el llamado “segundo piso de la 4T” cancela esta posibilidad.
Voces cercanas al régimen dicen que la reforma al Poder Judicial será democrática. Me cuesta trabajo considerar que esto sea realidad, sobre todo cuando veo que el viejo priismo se ha adueñado del Poder Legislativo bajo la careta de políticos morenistas que destruyen instituciones y cierran los espacios y contrapesos que quedan. Así que entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal (y sus acompañantes) se han encargado de operar la terrible herencia del obradorismo que ha llegado a niveles extremos. Ya nadie podrá impugnar ningún cambio mediante amparos, controversias o acciones de inconstitucionalidad. Así, poco a poco se concentra cada vez más el poder, se destruyen contrapesos y muy pronto desaparecerán varias instituciones autónomas. Estamos frente a un régimen, viejo o nuevo, no importa, al que lo impulsa el poder por el poder.
Mientras el país estalla en varias regiones con bajas numerosas, observamos guerras por el territorio y una enorme captura del crimen organizado. Diariamente la nota es sobre muchos muertos; se acabó la política de los abrazos y suenan los balazos en Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Chihuahua y los que se acumulen. Regiones y estados sometidos a una creciente economía criminal, en donde la extorsión forma un estado paralelo, ya sea porque no hay Estado o porque el Estado es fallido, así, el monopolio de la fuerza legítima del Estado se ha vuelto una ilusión.
Inmersos en el tsunami de las reformas del plan C, el país va entrando cada día más en un enorme populismo que fortalece la narrativa oficial y las prácticas legislativas. Yuval Harari nos da algunas pistas interesantes en su libro para dimensionar este proceso: 1) “Un populista se define como tal cuando afirma representar al pueblo y considera que cualquiera que no esté de acuerdo con él (…) o es víctima de falsa conciencia o realmente no forma parte del pueblo”. 2) “Ningún grupo, ni siquiera el de la mayoría, tiene derecho a impedir que otros formen parte del pueblo. Esto es lo que hace que la democracia sea una conversación”. 3) “En cuanto que representantes autoproclamados del pueblo, los populistas buscan monopolizar no solo la autoridad política, sino todo tipo de autoridad, y tomar el control de instituciones tales como los medios de comunicación, los tribunales y las universidades” (pág. 173). Cualquier parecido con lo que hacen los priístas con careta morenista en Congreso, no es mera coincidencia.
¿Dónde está la izquierda de Morena que acepta y vota el cierre autoritario y permite que se acabe la conversación? Atravesamos tiempos oscuros que cambian el régimen y nos regresan a épocas pasadas. ¿Habrá batallas internas en el morenismo entre facciones más priistas y más de izquierda? La insistencia por “la unidad” es sospechosa de tensiones internas que se agudizan, sin la figura visible del fundador. Por lo pronto, el poder une porque reparte chambas, posiciones, recursos, y parece que alcanza para todos, pero la dinámica de concentración llevará pronto a que la narrativa del oficialismo no alcance a pegar todas las piezas.
Violencia incremental diaria, un aparato de procuración de justicia (ministerios públicos y fiscalías que dependen del Poder Ejecutivo) con una ineficiencia aguda; un Poder Judicial (que imparte justicia) muy destruido y con una reforma cuyo símbolo fue una tómbola. Además, entre las capturas del crimen, la desaparición de los contrapesos, la concentración del poder y la narrativa populista que domina, no se ve de qué forma se pueda recuperar una conversación democrática que ya forma parte de un pasado que parece lejano. Como han dicho varios autores: estamos en un momento en donde se utiliza la democracia para destruirla, desde dentro y poco a poco…
Investigador del CIESAS. @AzizNassif