Alberto Aziz Nassif

Polarización versus democracia

En México las reglas de convivencia democrática se han lastimado y han cambiado las identidades políticas

Polarización versus democracia
15/02/2022 |02:55
Redacción El Universal
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En una conferencia que dio Steven Levitsky en El Colegio de México en noviembre de 2019, para presentar su libro Cómo mueren las democracias, hizo un análisis muy útil para entender por qué y cómo se había generado la polarización en Estados Unidos. Aquí en México se habla mucho de que estamos muy polarizados, una situación que se siente de forma cotidiana y familiar, entre amigos, en el trabajo y en la escuela. Sin embargo, no hay muchas explicaciones de fondo, por eso es necesario pasar de los humores y las personalidades de los actores políticos, a las razones profundas que nos tienen en esta situación.

Levitsky, un politólogo que se puede ubicar en el paradigma institucional, le da mucha importancia a las reglas del juego, pero también reconoce la importancia de los valores y las reglas informales que apuntan directamente hacia el paradigma de la cultura política. En Estados Unidos hay una democracia fuerte, con instituciones robustas, reglas, contrapesos y una cultura política democrática con más dos siglos de historia. Por el contrario, en México tenemos una democracia mucho más reciente, con reglas en permanente cambio y una cultura política democrática con poca densidad, débil. Para este autor, una democracia necesita de dos reglas importantes: una es la tolerancia al adversario y otra es la autocontención, como el compromiso de no usar la ley para violar el espíritu de la ley. Dos reglas informales que se han venido trastocando en las últimas décadas y, al mismo tiempo, han surgido el odio y el miedo que consideran al adversario como un “peligro para el país”.

Recordemos la campaña electoral de 2006, cuando el PAN se refería a AMLO como un “peligro para México”. A partir de este gobierno ha crecido mucho la polarización, una situación que existía de tiempo atrás por razones estructurales. El triunfo de AMLO en 2018 resultó de una crisis del sistema partidista, del establishment, que dominó el escenario político y electoral 30 años (entre 1988 y 2018), y abrió muchas expectativas de cambio.

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En México las reglas de convivencia democrática se han lastimado y han cambiado de forma importante las identidades políticas. Dejamos atrás el partido hegemónico y dominante; pasamos por un periodo de gobiernos divididos; creció de forma exponencial la violencia y el crimen organizado; nos convertimos en un país muy peligroso para las mujeres (los feminicidios), para los periodistas, donde se acumulan decenas de asesinatos impunes que resultan intolerables para cualquier democracia; creció la pobreza y la desigualdad; se impuso un modelo económico exportador de inserción internacional dependiente; los salarios se fueron al suelo; el campo se abandonó y se poblaron múltiples cinturones de miseria urbana; el sistema de justicia, que nunca fue muy eficiente, ha llegado a niveles de impunidad inaguantables; la corrupción, que siempre ha existido, incrementó sus magnitudes y su cinismo. Al mismo tiempo, tuvimos una transición democrática, una ampliación de las libertades de expresión y manifestación. Se generó una democracia liberal, pero no hubo repercusiones para la impartición de una mejor justicia, ni para tener un nivel de vida más digno para las grandes mayorías. Como colofón de este conjunto incompleto, se generó un sistema partidocrático alimentado por pactos de impunidad y alternancias que no lograban cumplir las muchas promesas de sus campañas electorales. Esa dinámica funcionó hasta que llegó AMLO y generó un importante realineamiento político.

Estos tres años de la 4T han acentuado la polarización. La influyente narrativa presidencial marca los temas y modula una conversación pública que se llena de mensajes de confrontación. Es amplia la lista de los blancos a los que AMLO fustiga en sus mañaneras: periodistas, académicos, intelectuales, clases medias, feministas, ambientalistas, asociaciones civiles, organismos autónomos, algunas empresas españolas, y algunos gobiernos como el de Panamá y España.

El círculo se cierra a diario con polarización, división, juego sucio, odios y miedos. Seguiremos…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif