El resultado argentino de sus elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, PASO, dejó un escenario nuevo y preocupante. La extrema derecha se llevó la victoria y dejó atrás a las dos opciones que las encuestas previas ubicaron como punteras. Este ejercicio, que algunos lo consideran como una pre-primera vuelta, cambia el escenario de la campaña y cubre de incertidumbre lo que pueda pasar en las elecciones del 22 de octubre.
La coalición de Juntos por el Cambio (JxC), representa a la opción de la derecha a la que casi todas las mediciones previas le daban el triunfo; ahora esta posibilidad fue rebasada por una extrema derecha gritona y radicalizada que representa Javier Milei que obtuvo un 30% y triunfó en 16 de las 24 provincias. La derecha tradicional apoyó a Patricia Bullrich, una antigua peronista que migró ideológicamente y representa una posición más extrema que Macri en la pista económica y con mano dura, esta candidata logró un segundo lugar con el 28.2% de los votos. El oficialismo peronista se quedó en el tercer lugar con 27.7%. De esta forma, la derecha y la extrema derecha acumulan una mayoría. Sergio Massa se enfrentará a dos opciones de derecha con una posición pragmática y de centro. Por otra parte, Milei tendrá que optar entre seguir con el incendio de la pradera (cerrar el banco central, privatizar casi todo, reducir el Estado al mínimo) o hacer propuestas más creíbles para un gobierno viable.
Algunos analistas consideran que ante un eventual triunfo de Milei no tendría condiciones de gobernabilidad por su minoría parlamentaria, por lo que puede generarse un escenario parecido a lo que pasa en Perú si Milei gana: o cierra el Congreso como Fujimori en 1992 o el Congreso lo destituye a él, como con Pedro Castillo (Andrés Malamud).
Las interpretaciones del fenómeno se han multiplicado, y van desde el hartazgo de la gente frente a una muy grave crisis económica de inflación, devaluación, endeudamiento, por lo que mira hacia las opciones antisistema, como ha sucedido en otras experiencias como Brasil con Bolsonaro o Estados Unidos con Trump, hasta las que señalan que hay una nueva grieta, o segunda fase de la polarización social argentina. Milei es un tipo de ideal de outsider que llega y ocupa un lugar que ya estaba previamente configurado, y que cualquier opción antisistema hubiera tenido éxito (Micaela Cuesta, Revista Anfibia). Frente a la situación extrema de Argentina se ha respondido con una opción estridente que quiere acabar con el Estado y con la “casta”. Es una mezcla ideológica y política de mucho enojo que reedita en otro contexto el “que se vayan todos” del inicio del siglo XXI, pero en realidad es la propuesta de un capitalismo salvaje, sin regulaciones (Tomás Abraham).
Milei usa un efectismo mediático en sus entrevistas, en donde tacha en un pizarrón todos los ministerios que va a desaparecer, lo cual sirve para conseguir el voto de los más enojados con la política y la crisis económica. Sin embargo, a la hora de gobernar se vuelve prácticamente imposible de conseguir. De 19 ministerios, dice que desaparecerá 11: turismo y deporte; transporte; trabajo y seguridad social; salud; obras públicas; mujeres; educación; desarrollo territorial; desarrollo social; cultura y ciencia. Se quedará sólo con economía; infraestructura; creará un ministerio de capital humano en donde estará educación, niñez, familia, salud y trabajo; relaciones exteriores; seguridad; defensa; ministerio del interior y justicia. Para esta transformación radical del aparato estatal necesita una mayoría que le autorice los cambios legales, es decir, necesitará acuerdos y alianzas con la “casta” porque no tendrá mayorías legislativas. Pero, será muy complicado negociar con esa clase política, la “casta”, a la que insulta de forma permanente.
Argentina es otro laboratorio que expresa el síndrome de los malestares por el que atraviesan las democracias hoy en día. Ojalá que las mayorías de votantes no caigan en la trampa “libertaria” de Milei el próximo 22 de octubre, que anuncia una destrucción del Estado y en realidad amenaza con un regreso al capitalismo más salvaje…