En estos días hay dos notas importantes que cruzan Europa: la apabullante victoria de la izquierda en Reino Unido, después de 14 años de gobiernos conservadores que llevaron al país al caos y al Brexit, y la sorpresa francesa. Sin duda, el panorama ha cambiado de forma importante.
No estaba en ningún escenario, pero sucedió: el “cordón sanitario” que establecieron la izquierda y el centro en Francia impidió que la extrema derecha consolidara su mayoría, como se había anunciado en la primera vuelta. El ángel de la democracia dejó a los ultras en tercer lugar.
El presidente Macron, después de perder en las elecciones europeas e irse a un tercer lugar, convocó a nuevas elecciones legislativas. La segunda vuelta en Francia fue el mecanismo para detener a la ultraderecha que amenazaba con una mayoría (relativa o absoluta). Hubiera sido un desastre para el país y para Europa. Aunque la noticia se recibió con cautela, el presagio de una ultraderecha en el gobierno se detuvo.
Hay una gran cantidad de factores que influyen en los balances político-electorales. En cada país las dinámicas internas muestran condiciones específicas, por lo que resulta complicado una generalización. En el mundo de la pospandemia llegó la inflación; la guerra de Ucrania cambió de forma radical la geografía entre Europa y Rusia y llevó al alza en el precio de los energéticos; estos dos fenómenos lastimaron la economía de los sectores con menos recursos. Sin duda, el crecimiento de la inmigración y las amenazas reales e imaginarias de una Europa cada vez más diversa, han sido el caldo de cultivo de los partidos de extrema derecha. Sin dejar de lado la guerra de Gaza. Hace unos días las elecciones británicas fueron un factor casi excepcional en un panorama europeo que caminaba hacia la extrema derecha. Hoy Francia es su mejor compañero de viaje. Antes también fueron España y Polonia para frenar a los ultras.
De acuerdo con el economista Robert Boyer, la crisis del gobierno de Macron ha generado una serie de cambios en el mapa político en dos sentidos, sobre las identidades y el papel del Estado. El bloque centrista de Macron ha perdido fuerza, tanto por confrontaciones como la de los chalecos amarillos, una crisis de los desplazados de la clase media baja en las ciudades pequeñas y medianas, como por las luchas sindicales que han sacado a la ciudadanía a las calles por los ajustes a contratos laborales y el incremento en la edad de jubilación. En Francia hay fuertes reacciones en contra de la globalización y los “efectos de desintegración social” que han llevado, dice Boyer, a la “defensa de la identidad Nacional”, un principio del Frente Nacional, hoy RN, que permanece.
Vicente Grimault estudió en Francia —con la primera vuelta de las elecciones legislativas— la geografía del voto y observó tres cambios: ha aumentado de forma importante la participación electoral; el voto por el RN está cada vez más cargado hacia los sectores más acomodados; y los grupos más jóvenes (18-34 años) están claramente inclinados hacia la izquierda con el Nuevo Frente Popular (NFP).
El domingo pasado todavía no terminaban de contarse los votos y ya se había instalado un clima de confrontación en las mesas televisadas de análisis. Se especulaba sobre posibles coaliciones y alianzas. El diario El País (7/07/2024) perfiló, con encuestas, el triunfo del partido de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN), con la única salvedad de que pudiera funcionar el “cordón sanitario” de las izquierdas y el centro, lo cual sucedió a pesar de los pronósticos en contra. Hoy nadie tiene por sí solo los votos necesarios para una mayoría absoluta, porque se necesitan 289 escaños.
Estas elecciones mueven el mapa político y dejan una nueva jerarquía de votos y escaños cuyas proyecciones de rangos quedan así: el NFP de izquierda (Francia Insumisa, Partido Socialista, los ecologistas y el Partido Comunista) tendrá entre 187 y 198; Ensamble, de Macron, entre 161 y 169 y RN se va a tercer lugar, entre 135 y 143; y la derecha republicana 63 (El País, 8/07/2024). Es el tiempo de las alianzas y coaliciones para conseguir mayoría absoluta o dejar un gobierno sin mayoría. Todo por definirse en los próximos días y semanas ante la sorpresa francesa…