Días de amenazas que vienen del norte con un trumpismo que regresa más furioso y desafiante que antes. ¿Cómo nos encuentra el enorme desafío que representa este reto para los próximos cuatro años?
Cuando se mira lo que ha pasado en México desde que la 4T llegó al poder, se puede ver que el modelo de acumulación de capital no ha cambiado; que la estrategia de exportación a Estados Unidos se mantiene y se profundiza; que nuestra inserción internacional está completamente enmarcada en el T-MEC. Por lo tanto, hay que distinguir entre el plano estructural de nuestra economía y el discurso en contra del “neoliberalismo”, que se hace para consumo interno y para nutrir la narrativa política del morenismo.
A diferencia de la estructura económica la parte política y la administración pública sí han cambiado de forma importante a partir de diciembre de 2018. Empezamos con un realineamiento político-electoral en la sucesión de 2018, proceso que se profundiza en 2024, lo cual modifica el sistema de partidos y los niveles de competencia. La narrativa del oficialismo y las debilitadas oposiciones entran a una fase de mayor polarización en el debate público. El discurso presidencial se enmarca de lleno en el paradigma populista. Se da un incremento de funciones a las fuerzas armadas y un desplazamiento de los civiles. Hay un renovado nacionalismo con Pemex y la CFE, empresas públicas con severos problemas financieros. El presupuesto se modifica y, bajo la pantalla de una falsa austeridad, se debilitan múltiples capacidades del Estado en beneficio de las grandes obras como el tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el programa social para adultos mayores. Se observan deficiencias graves en materia de salud y de educación. Crece el control territorial del crimen organizado, hay una expansión de la economía criminal y la violencia se incrementa de forma importante. Al mismo tiempo, se da un aumento constante al salario mínimo y una reforma que cambia el régimen laboral. Todas estas marcas caracterizaron al gobierno anterior.
Con el cambio de sexenio hemos pasado a otra etapa, el segundo piso de 4T. Aquí empieza a construirse otra Constitución que dará como resultado un nuevo Estado mexicano. Desde febrero de este año el entonces presidente anunció sus 20 reformas, que fueron su herencia para el actual gobierno morenista. Pasamos por el proceso electoral y por la sobrerrepresentación legislativa, para llegar al tobogán de reformas constitucionales. En el sexenio anterior el sistema político conservó el carácter de una democracia debilitada. A partir de las reformas —que se iniciaron el septiembre pasado—, esa categoría ha cambiado de forma importante y hoy se debate si ya estamos en un sistema autoritario o todavía tenemos una democracia.
Hay dos reformas que cambian nuestra institucionalidad: con lo que pasó el sexenio anterior se podía corregir el rumbo y aprovechar algunos resultados positivos, como lo salarial y lo laboral. Ahora con varias de estas reformas se pone en duda la vigencia democrática. La reforma judicial destruye la autonomía e independencia de ese poder del Estado, con lo cual se fractura la división de poderes y el sistema de contrapesos. La desaparición de siete organismos autónomos, además de la captura de la CNDH y el debilitamiento del INE, suprimen derechos, borran mecanismos para la rendición de cuentas, se pierde el arbitraje económico, desaparecen la división entre funciones del Estado y de gobierno, y la autoridad pasa a ser juez y parte del entramado público. Este nuevo sistema de partido dominante, con tintes de hegemónicos, debilita la pluralidad y dificulta la competencia electoral.
¿El nuevo entramado institucional en México será problemático para el trumpismo o favorecerá la relación con Estados Unidos? Una hipótesis es que el populismo de la 4T y el gobierno de ultraderecha de la Casa Blanca encuentren muchos puntos de entendimiento, como ya los hubo antes. Queda claro que la enorme dependencia económica de nuestro país nos llevará a una muy complicada revisión-renegociación del T-MEC. Las exigencias del trumpismo no serán sobre nuestros dilemas entre democracia y autoritarismo, sino sobre comercio-aranceles, drogas y migración…
Investigador del CIESAS. @AzizNassif