Alberto Aziz Nassif

Del PRI a Morena

Morena no es el PRI, pero síes el nuevo partido dominante como veremos ahora en la precampaña que empezaron ayer los seis aspirantes

Articulista Alberto Aziz Nassif. Foto: EL UNIVERSAL
20/06/2023 |06:28
Alberto Aziz Nassif
Autor de opiniónVer perfil

Con cada nuevo triunfo de Morena se refuerza una idea de que ese partido-movimiento es una suerte de nuevo PRI. Esta tesis es polémica y debatible, sobre todo si queremos dejar atrás el simplismo que supone igualar dos instituciones tan diferentes en origen, historia y temporalidad. Veamos en qué se pueden parecer y en qué son completamente diferentes.

Alguna vez Gabriel Zaid escribió que Morena (2014) era la cuarta etapa del partido gobernante, después del PNR (1929), PRM (1938) y PRI (1946). Es una afirmación interesante, pero hay que analizar con cuidado qué implicaciones tiene. El trasfondo que puede ayudar a la comparación es entender cómo se da el ejercicio del poder en México, de dónde venimos, cómo llegamos a este escenario actual y qué sigue en el futuro próximo.

El origen del PRI fue su abuelo callista, estuvo fincado en la Revolución Mexicana y en su proceso de institucionalización que reguló a los militares con predominio regional y territorial. Luego llegó la conversión hacia un partido de masas incorporadas en sectores con una estructura corporativa; esa idea cardenista se convirtió durante el alemanismo en la institucionalización del PRI, con la presidencia y el partido como los polos centrales del ejercicio del poder. Hasta aquí, origen, estructura y contextos produjeron una hegemonía gobernante, cuyo liderazgo político del país tuvo la capacidad de generar instituciones y establecer una paz priista, sin dejar de lado la parte de la coerción que se aplicó a los movimientos sociales: ferrocarrileros, petroleros, médicos, el 68, y la guerrilla, expresiones de lo que Octavio Paz denominó Ogro Filantrópico.

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Después vino la fase de cambios que se canalizan a través de los espacios políticos con la reforma política de 1977 y el inicio de los procesos de transición democrática que escalan del espacio municipal a los congresos estatales, luego a las gubernaturas y al Congreso de la Unión, hasta llegar a la presidencia de la República en el año 2000. El PRI pasa de hegemónico a partido dominante y se integra en un sistema plural de tres grandes fuerzas (PRI, PAN y PRD) como partidos gobernantes. Tanto el panismo, como el PRI en 2012, se mueven en un régimen de gobiernos divididos y repartos plurales de votación. El tránsito hacia una democracia genera también dos rasgos que crecen a su alrededor, un ejercicio partidocrático del poder (encierro y componendas entre grupos políticos y económicos) y una representación muy deficitaria.

Con la sucesión presidencial de 2018 y el triunfo de Morena regresamos a los gobiernos unificados, que hubo hasta 1997, con mayoría parlamentaria y con una presidencial fuerte y legitimada en una amplia votación. La derrota opositora se profundiza y la respuesta es una extraña alianza de los viejos partidos, rivales históricos, que en 2021 logran algunas posiciones importantes y dejan a Morena si la mayoría calificada en la cámara de diputados. De 2018 a 2023, Morena y su coalición logran llegar a 23 gubernaturas, con lo cual tendrá un control político y territorial del 70% del país. Estos niveles los tuvo el PRI en los años noventa, cuando las oposiciones empezaron a ganar algunos estados, es decir, el momento en donde el PRI se vuelve un partido dominante que tiene que competir por el poder en un territorio que cada vez era más plural. Hoy Morena compite, pero su dominancia logra avanzar de forma consistente. No se trata de un partido tradicional, sino de una mixtura de partido y movimiento social, con un fuerte liderazgo presidencial y un proceso inacabado de institucionalización. No es un partido de élites, o cuadros, a pesar de que las tiene, tampoco es de sectores. Es el partido gobernante que lleva adelante el proyecto de gobierno que ha marcado AMLO, con todas sus contradicciones y sus aciertos. Morena está empeñado en convertir su condición gobernante en hegemónica.

La migración de todos los partidos a Morena es enorme, ya desplazó al priismo a pesar de las diferencias de origen y de historia, no es el PRI, pero sí es el nuevo partido dominante como veremos ahora en la precampaña que empezó ayer…

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