Después de que Oxfam internacional publicó su trabajo sobre la concentración de la riqueza y el crecimiento de la desigualdad global, “La ley del más rico”, la parte mexicana publicó un trabajo sobre nuestro país, “¿Quién paga la cuenta? Los mitos detrás de los impuestos a las grandes fortunas en México”. Hay tres supuestos importantes en este trabajo: con las diversas crisis que atravesamos en el país, los milmillonarios mexicanos se han vuelto más ricos; el Estado no tiene suficientes recursos para hacer frente a las necesidades más urgentes; la vía para lograr un cambio profundo y bajar los niveles de desigualdad pasa por una reforma fiscal.
En México, como en otros países, los ganadores de la crisis fueron los superricos que “han visto crecer sus fortunas en un tercio (33%) desde el inicio de la pandemia hasta noviembre de 2022, mientras la economía nacional creció apenas en 0.28% en ese mismo periodo” (Oxfam, México). Según los cálculos del estudio, entre 2019 y 2021 de cada 100 pesos de riqueza, 21 fueron al 1% más rico y solo 0.40% al 50% más pobre, esa es la brecha de la desigualdad mexicana.
Otras partes del estudio se refieren al momento actual y al gobierno de la 4T. Este trabajo se sale de la tónica polarizada que domina las narrativas cotidianas en el país. Así, por ejemplo, se reconoce que —incluso— en el supuesto de que ya no exista corrupción, como dice AMLO, los recursos no alcanzan porque de cada 100 pesos, sólo se recaudan 17.8 pesos, es decir, estamos por debajo de países como Argentina y Brasil y de casi todos los de la OCDE. Uno de los fracasos importantes de este gobierno será no haber hecho una reforma fiscal. Otros dicen que AMLO dio los primeros pasos con la reforma al Artículo 28 de la Constitución que quitó las condonaciones para hacer que los superricos paguen impuestos. La carga fiscal más grande viene del IVA y de los IEPS, pero los impuestos progresivos a empresas y a la riqueza solo llegan a 3.9% del PIB, en cambio, los impuestos al trabajo son del orden de 6.6% del PIB (Oxfam, México). Con este panorama fiscal, por supuesto que no alcanza para generar los bienes públicos de calidad que necesita el país: hospitales, escuelas, guarderías, asilos.
Al mismo tiempo, analizan tres grandes mitos sobre los impuestos a las grandes fortunas: 1) a la pregunta sobre cómo hicieron su riqueza los superricos, se responde que “10 de ellas —entre las que hallamos cuatro de las más grandes fortunas— consiguieron sus fortunas por medio de herencias”. 2) Otro mito es que estos superricos ya pagan lo que deben de impuestos, lo cual se desmiente porque las grandes empresas tenían tasas fiscales hasta 2021 de entre 1 y 8%; además se calcula que en paraísos fiscales hay depósitos de mexicanos por 400 mil millones de pesos. 3) El tercer mito es que México no es Suecia y que aquí no tendremos nunca una fiscalidad avanzada como la de los países nórdicos.
También se reconstruye cómo —a lo largo del Siglo XX mexicano— se fueron generando concesiones y favores a los grandes capitales y se suprimieron diversos impuestos: en 1941 a ganancias extraordinarias; en 1953 a utilidades excedentes y en 1962 a herencias y sucesiones. Se deberían de generar, según Oxfam, impuestos progresivos y quitar los privilegios que todavía existen. Estas modificaciones tendrían como objetivo hacer inversiones públicas en bienestar, “infraestructura social como salud, educación y cuidados”.
Una parte fundamental que el estudio no toca es la necesidad de generar un nuevo pacto social. Como en otros espacios de la vida pública, sin pacto no hay proyecto, y con lo fiscal se requiere hacer un gran pacto entre el gobierno y el capital, en donde participe la sociedad organizada. Se necesita superar las etapas de concesiones y privilegios, así como las dinámicas de corrupción, para que haya transparencia en el gasto público. De lo contrario será imposible salir de los niveles de desigualdad que tenemos en el país.
Un pacto de este tamaño solo será posible si hay un clima de confianza entre gobierno y empresarios, algo que por el momento polarizado que atravesamos parece que no existe…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif
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