El triunfo de Claudia Sheinbaum el pasado 2 de junio ha sido contundente. Durante mucho tiempo hemos escuchado que el proyecto de la 4T tendrá continuidad y, al mismo tiempo, la nueva presidenta ha dicho que habrá cambio. Después de las urnas y los cómputos el tema en la agenda pública ha sido cómo construir la siguiente etapa, el llamado “segundo piso”.
Después del 2 de junio empezó la lucha para ganar la siguiente etapa: el cómputo inicial generó una polémica interpretación de la ley (Artículo 54 de la Constitución) que le dio una mayoría calificada a la coalición oficialista de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados. Inmediatamente saltó la pregunta, ¿cómo llegamos a que 54% de los votos se conviertan en 74% de los curules? ¿El porcentaje de sobrerrepresentación en un tope de 8% o un premio? y ¿cómo se aplica a partidos y a coaliciones? De cómo se resuelva este nudo dependerá si Morena se queda con mayoría calificada o solamente absoluta en diputados; en el Senado no tendrá la mayoría calificada, pero estará a unos cuantos votos de conseguirla, 3 a 4.
Mientras el bloque opositor se lamía sus heridas y reaccionaba mal a su gran derrota, los mercados financieros expresaron preocupación frente a la supuesta concentración de poder y, sobre todo, a las posibilidades de que en septiembre se pudiera aprobar el paquete de las 20 reformas que AMLO propuso el pasado 5 de febrero. Durante toda la primera semana postelectoral se vio una dinámica entre la nueva presidenta y Palacio Nacional de avances, rectificaciones, afirmaciones y matices, que mostró por primera vez en qué podría consistir la continuidad y el cambio. Mientras tanto el dólar llegó a los 18.40 y la bolsa bajó 2.75% (EL UNIVERSAL, 8/06/2024).
De parte de Claudia el encargado del proceso de transición, antes se decía proceso de entrega-recepción, Juan Ramón de la Fuente, le dio a Carmen Aristegui una entrevista el 8 de junio en donde estableció lo que significa para ellos continuidad y cambio. A diferencia del antiguo régimen, dijo el exrector de la UNAM, en donde el nuevo presidente rompía con su antecesor, ahora no habrá ruptura, pero tampoco sumisión, palabras más, palabras menos.
AMLO gobernará hasta el 30 de septiembre y durante ese mes tendrá las mayorías legislativas para empujar exitosamente sus reformas. Pero antes de ver escenarios recordemos que ese paquete de reformas se puede agrupar en tres partes: las reformas del bienestar, como salarios por encima de la inflación, pensiones y programas sociales; las reformas del régimen, que son las que preocupan, como la elección directa de ministros, jueces y consejeros, la desaparición de varios órganos autónomos, la militarización de la Guardia Nacional, la desaparición de la representación proporcional, entre otras; y, finalmente, un cajón de sastre (Granados Chapa dixit) donde hay desde prohibición de vapeadores, trenes de pasajeros, hasta derechos de los pueblos indígenas. AMLO quiere la aprobación como su gran despedida, pero Claudia ha tratado de hacer control de la situación. No se trata del policía bueno y el policía malo, sino de un complicado tránsito de poder. Llegar con una macroeconomía estable o llegar con saltos e incertidumbre, ese es el dilema. AMLO dice que la justicia está por encima de los mercados (lo que eso signifique), y Claudia dice que las reformas se harán por consenso y habrá parlamento abierto.
Entre continuidad y cambio hay diferencias importantes en las dos posiciones. Los cambios de forma, que también son de fondo, están por definirse -en estas semanas y hasta finales de septiembre- sobre cómo será el régimen de partido dominante. ¿Habrá negociación y espacio para las minorías o regresaremos a los viejos tiempos del PRI que “mayoriteaba” sin interlocución con las minorías?
Mientras se resuelve este enigma, se puede apostar a que con una mayoría como la que tienen Morena y Claudia Sheinbaum necesitan resolver no sólo los temas del régimen, sino los de una agenda de “desarrollo compartido”, como crecer para mejorar la distribución y enfrentar y resolver la captura del crimen organizado y la enorme violencia que nos inunda. ¿Continuidad y/o cambio?