El triunfo que obtuvo en Chile Gabriel Boric Font el domingo pasado es, sin duda, una noticia de esperanza. Se despejaron las sombras que durante varias semanas amenazaron a ese país con el regreso a su pasado autoritario. La segunda vuelta chilena fue la confirmación de que el movimiento social de octubre de 2019 y el proceso constituyente en curso, se ratificaron en las urnas y tienen un futuro sólido.

El presidente electo Boric pronunció un gran discurso la noche del triunfo. Argumentos, emociones y acentos que despiertan optimismo. Sin duda, llegará al poder una izquierda que mira al futuro, que quiere construir sobre la base de la inclusión y los derechos y, al mismo tiempo, plantea una agenda moderna. Una izquierda que no se pelea con los otros y no polariza, sino que incluye a los diferentes. Estamos hartos de tanta polarización, populismo y posturas extremas, por eso las palabras de Boric son un espacio de oxígeno.

Quizá será por su frescura generacional, tiene 35 años, pero el próximo presidente chileno no tiene las taras de la vieja izquierda (ni populista, ni dogmática), no contrapone la lucha por más igualdad frente a más reconocimiento. Plantea las piezas de una agenda que tiene el futuro a la vuelta de la esquina. Pone por delante a los niños como expresión de un país verde y a las mujeres en un reconocimiento a sus luchas y derechos. Sabe de la importancia de cuidar la democracia y afirma que la prensa libre es básica. No se precipita para ofrecer grandes cambios y forzar procesos, está convencido de que tiene que avanzar de forma gradual. No desconoce que vienen “tiempos difíciles”, pero sabe que hay que hacer un proceso de justicia transicional (verdad, justicia, reparación y no repetición).

Los desafíos que enfrentará la izquierda gobernante en Chile son enormes y por eso las ofertas forman una larga lista. Desde una salud sin discriminación, con acceso y calidad, pasando por pensiones dignas, hasta la educación pública (un problema añejo en ese país que ha tenido una privatización educativa salvaje). Tres ofertas que deberían escucharse en nuestro país: “fomentar la ciencia”; una “nueva relación con los pueblos originarios” y “cuidado del medio ambiente”.

Una parte central de la narrativa de Boric fue para reconocer el proceso constituyente que necesita “cuidarse”. Señaló: “estamos escribiendo una Constitución de forma democrática, paritaria, con participación de los pueblos originarios”. Sin duda, se alinearon los planetas porque Boric encabezará el primer gobierno con una carta magna que tendrá una nueva arquitectura institucional para enterrar la herencia autoritaria de la dictadura pinochetista. El presidente electo sabe que no tienen que refundar la República, porque ese proceso vendrá con la nueva Constitución. La batalla para una nueva carta magna se la ganó la ciudadanía chilena en las calles cuando dijo basta a un modelo neoliberal de 30 años.

Resulta verosímil un candidato triunfador de izquierda que no quiere empezar de cero, ni excluir a nadie, que tiende puentes, incluso con la extrema derecha, porque sabe que si él ganó con un 55.8%, su contrincante obtuvo un 44.1%, una victoria muy clara que expresa las dos coaliciones que se formaron para la segunda vuelta. Boric no quiere romper de entrada con esa parte del país que miró al pasado con la ilusión de reactivar la herencia pinochetista. Su contrincante, José Antonio Kast, reconoció de forma civilizada la victoria de Boric. Ahí estará esa parte del Chile que quiso detener lo que dejó el movimiento social de 2019, pero no pudo. La fuerza del cambio de modelo fue mucho más poderosa que las inercias de un regreso.

Los chilenos tendrán a un nuevo presidente, muy joven y en sintonía con la izquierda que se necesita en estos tiempos de globalización, populismos y polarización. Boric construyó una narrativa democrática, incluyente y gradualista. Su lugar de enunciación estuvo muy lejos del extremismo, sus propuestas fueron para lograr acuerdos y unidad. Se pronunció por tener una actitud que “escuche más de lo que hable”. Este presidente será probablemente –en los próximos meses y años– una referencia muy importante como símbolo de una nueva izquierda en América Latina.

Investigador del CIESAS.
 @AzizNassif