El proceso chileno ha tenido momentos fundantes que han cambiado la historia del país. En los últimos años el estallido social de octubre de 2019, fue uno de esos momentos. Tuvo un antecedente muy importante, el movimiento feminista en 2018. La respuesta al estallido construyó una ruta de cambio institucional que llevó a hacer una nueva Constitución para terminar —de una vez por todas— con las herencias de la dictadura. La última estación de esa ruta fue el plebiscito del 4 de septiembre en donde ganó ampliamente el rechazo a esa nueva carta magna.

Algunos analistas chilenos ven que su país está inmerso en grandes clivajes que lo han tenido atrapado desde el golpe a La Moneda y el derrocamiento de Salvador Allende en 1973. Las disyuntivas han marcado su historia: entre dictadura o democracia y, ahora, entre el apruebo o el rechazo a la nueva Constitución. Sin duda, la voluntad popular por un nuevo proyecto de país es un deseo mayoritario. Los problemas empiezan con las estrategias y las agendas sobre qué y cómo cambiar.

Resultó muy novedosa la formación del congreso constituyente, sobre todo por su enorme representatividad social, en la cual quedaron en minoría o prácticamente fuera, la clase política tradicional, sus partidos y los grandes intereses económicos. Eso propició que los movimientos sociales tuvieran un lugar central en la legislación sobre las nuevas reglas del juego. Ese proceso tuvo otro eslabón fundamental, la victoria del gobierno de izquierda, encabezado por Gabriel Boric, que representa una gran promesa de cambio. Mucho debate generó la nueva Constitución porque se trató de un proyecto que cambia de fondo el modelo neoliberal que ha impregnado hasta los huesos a Chile. Desde su primer Artículo establecía que Chile sería: “un estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. Consagraba múltiples derechos con fuertes componentes indígenas, feministas y ecológicos. A pesar de que los gobiernos de la concertación lograron acotar algunos componentes del autoritarismo de la dictadura, no se movieron los hilos del modelo neoliberal que privatizó a un grado extremo la vida de los chilenos.

Entre los posibles resultados del plebiscito —para el apruebo o el rechazo— se pensaba que los números estarían cerrados, pero un rechazo de 61.8% no estaba en los cálculos. Si ganaba el apruebo, entonces habría una ruta para aterrizar los derechos constitucionales. En cambio, ahora con el rechazo el camino se complica, es como volver a empezar otro recorrido constituyente o hacer reformas a la actual Constitución. Nadie sabe cómo será ahora la interlocución entre las fuerzas políticas y los movimientos sociales. El gobierno de Boric se debilita y su futuro es incierto.

Entre el estallido y el rechazo nuevamente todo está por resolverse, porque Chile atraviesa por crisis profunda y la gente está cansada de la violencia callejera. La derecha se siente triunfadora y lee en el rechazo la oportunidad de una revancha frente al estallido y la exclusión que tuvo en la convención constituyente. Las izquierdas que apoyaron el apruebo necesitan convertir su derrota en otra vía para generar los cambios que necesita Chile. Lo que en este momento nadie sabe es cómo se podrán acoplar otra vez la amplia representación social de los constituyentes y sus agendas, con un aparato político (poder legislativo, partidos), que estuvo al margen del proceso constituyente.

La narrativa de falsedades de la campaña por el rechazo, fue una defensa de los grandes intereses económicos que han convertido a la salud, la educación y las pensiones en un negocio privado y lucrativo. La derecha también aprovechó la falta de información constitucional de la ciudadanía para distorsionar a la nueva Constitución (por ejemplo, que la plurinacionalidad llevaría a una división del país). Varios expresidentes tomaron partido, Bachelet abiertamente apoyó el proyecto, pero Lagos se mantuvo en un limbo político que poco ayudó al proceso.

¿Qué sigue en el futuro inmediato? Chile entra a una fase de incertidumbre…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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