En una reciente conferencia del jurista italiano Luigi Ferrajoli sobre la reforma judicial en México señaló que: “Integrar al Poder Judicial en el político significa liberarse de cualquier tipo de control y transformar una democracia importante como México en una autocracia”. Dijo, además, que esperaba que esta reforma se tratara de un “analfabetismo institucional” y no de una “involución autoritaria”. Sin embargo, me temo que se trata de las dos cosas.

El cuadro más amplio de lo que hemos visto en estas semanas con las reformas morenistas es de una abierta involución: destrucción del Poder Judicial; desaparición de siete organismos autónomos; incremento de delitos para la prisión preventiva oficiosa; reformas colaterales al INE; reelección de Rosario Piedra a la CNDH (será otra oficina gubernamental), y lo que se acumule en los próximos días para cumplir el plan C del expresidente. Es mucho más que analfabetismo, no sólo por la forma cómo han legislado y votado, con prisas, múltiples errores, sin cuidado, sin consensos y con la prepotencia de una maquinaria que impone la voluntad de poder del expresidente, una herencia que es apoyada de forma incondicional por la actual presidenta.

El régimen de la transición que se inició en 1977 se está cerrando en estos días. Con todas las fallas y problemas que tenía ese sistema, era un campo de lucha en donde hubo tendencias democratizadoras que peleaban en contra de las inercias autoritarias. Con esa dinámica se terminó el partido hegemónico, el presidencialismo todopoderoso y se logró separar las funciones de Estado de las funciones de gobierno; se construyeron múltiples instituciones autónomas para tutelar derechos ciudadanos —humanos, electorales, de información, de protección de datos personales— entre otros. La lucha por el poder permitió las alternancias y se ampliaron libertades, se dio una división de poderes y se construyó un tribunal constitucional.

No se puede decir que éramos una democracia consolidada, nunca lo fuimos; tampoco llegamos a tener un Estado democrático completo, sin embargo, las múltiples reformas políticas, electorales y judiciales tenían el incentivo de tener mejores instrumentos para fortalecer un sistema democrático. Ahora con las reformas del plan C lo que vemos son tendencias autocráticas que están cambiando la arquitectura del Estado de derecho y del sistema político. Todavía falta la reforma electoral que cerrará con broche de oro la regresión.

Se puede entender que las instituciones que están siendo canceladas no sólo llevarán a una enorme concentración de poder que restringirá derechos, porque el Poder Ejecutivo será de nuevo juez y parte para darnos información, para regular monopolios y el espectro radioeléctrico. El cierre de instituciones autónomas expresa un cambio de los compromisos políticos y de la estructura de intereses. Ahora el oficialismo se queda con todas las fichas, se debilita al Estado y se regresa al presidencialismo todas las facultades que tenía como partido hegemónico. La presidenta Sheinbaum será el gran árbitro, el regulador, la primera y la última voz para dar información, para cuidar datos los personales, otorgar concesiones, determinar las dinámicas del mercado, decidir el tamaño y el volumen del espacio público. Será la presidenta frente a los ciudadanos, a las élites económicas. El oficialismo morenista se ha quedado con todas las fichas del juego, sin duda se trata de una voluntad de involución autoritaria.

Tendremos jueces, magistrados y ministros al gusto del oficialismo; reguladores y administradores de la información que dependerán del ejecutivo. Con la complejidad del país que tenemos en estos tiempos, con el pluralismo que existe y las necesidades de tener un sistema más democrático, vamos para atrás, involucionamos. Ya no habrá accountability horizontal ni vertical; el sistema legal no le podrá poner límites al poder político. Sin el Inai y los demás organismos cancelados, con pretextos tan falsos y rudimentarios (corrupción y gasto excesivo), habrá que reforzar los observatorios ciudadanos y la prensa independiente. Como en el túnel del tiempo nos han regresado a los años ochenta del siglo XX. Involución y analfabetismo…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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