Paso a paso la definición de la candidatura del Frente Amplio por México, llamada coordinación, quedó definida. Después de un largo proceso, como un juego maratónico de registros, firmas, encuestas y foros, la oposición tiene en Xóchitl Gálvez a su candidata para el 2024. Llegó con un final abrupto, se adelantaron los pasos y se suprimió la última etapa, es decir, la consulta, en donde habría una participación directa, una votación de los que se registraron. Eso no sucedió.

Desde el principio los opositores coquetearon con una dimensión ciudadana, con esa parte que les podía lavar la cara a su desprestigio como partidos políticos y al estigma de un pasado de gobiernos que agravó muchos de los problemas que hoy en día tenemos como país. A la hora de la verdad, de las decisiones importantes, los hábitos de la partidocracia se impusieron sobre los discursos democráticos. Los acuerdos de las dirigencias partidistas marcaron los incentivos de grupo y dejaron de lado a los incentivos colectivos. Eso es lo que pasó la semana pasada. Las maquinarias partidistas recubiertas de mezquindad y pragmatismo, con operativos del PRI y avalados por sus socios, PAN y PRD, definieron el escenario.

En teoría, el método para tener unas primarias sonaba complicado, pero tenía un barniz mínimo de democracia, de consulta a las bases de esos partidos. Era una ruta difícil de transitar, con muchos recovecos, con curvas peligrosas y abismos, pero se trataba de ser mejores que el morenismo y superar los estigmas del dedazo. ¿Qué tanto la encuesta morenista estará sometida a la voluntad presidencial?, pronto lo sabremos. La oposición quiso ser distinta, pero se quedó a la mitad del río porque violentaron sus propias normas. Encuestas y consulta era las dos partes de la ecuación, pero solo quedó la medición demoscópica, un instrumento que está lejos de ser una pieza democrática. Puede resolver otros problemas, como los conocidos fracasos de elecciones internas que terminan en pleitos eternos y en múltiples impugnaciones. Elecciones primarias es uno de los pendientes importantes de nuestra frágil democracia; no se ha podido construir un mecanismo democrático para elegir candidaturas y, por esa razón, dominan las dirigencias partidistas alejadas de las bases que dicen representar.

El PRI decidió ir por el atajo, al más puro estilo de un dirigente impresentable como Alito. Se deshizo de su candidata, Beatriz Paredes, que durante el proceso le dio a ese desprestigiado partido, un discurso de Estado, que lo tiene extraviado. Alito dijo que la encuesta no le favorecía a Beatriz y que apoyaba a Xóchitl, y entre los tres líderes, en una mesa de muy pocos, decidieron que ya no habría consulta y que ya no tendría sentido correr el riesgo de una elección.

Entre diversos análisis de este brusco atajo se habla de miedos y riesgos. Se mencionan diversos motivos: el miedo a una intervención externa de Morena, ya sea para reventar el proceso o para acarrear votos; otro era el temor ante una baja asistencia a las urnas, que sería un enorme desprestigio y una clara muestra de debilidad; una más apuntaba al defecto de las reglas de que no se sabía qué hacer en caso de que la encuesta saliera para Xóchitl y la consulta para Beatriz, un empate porque cada ejercicio valdría 50%. Así, la lógica de hacer elecciones primarias era jugar con fuego y el Frente podría fracasar. Ahora que se tiene a una candidata, que estaba lejos de las preferencias de las élites partidistas, la pregunta es: ¿cómo será la relación de Xóchitl con Alito, Marko y Zambrano? Por lo pronto, Xóchitl se llevó la sesión de San Lázaro del 1° de septiembre. El domingo pasado se pudo observar la presencia partidista, pero destacó la independencia de la candidata. A ver cómo se armonizan las prioridades entre las dos partes. Además de la lucha entre partidos, habrá otra pelea entre dirigencias partidistas (las inercias partidocráticas) y los deseos ciudadanos de que la elección no quede secuestrada por las élites políticas.

Mañana sabremos qué pasa con Morena; todo indica que no habrá sorpresa en el resultado de la encuesta, pero hay incertidumbre porque no se sabe si los premios de consolación mantendrán la unidad morenista.

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